miércoles, diciembre 26, 2007

Los caminos de mi vida


Comencé el año soñando. Soñé que conocía una linda rubia de ojos brillantes. No conocía donde vivía, dormía y lloraba, pero conocía su sonrisa. No fue amor a primera vista. No la vi y la amé. Sino la amé y luego la vi. Estaba en mi cama desnuda y decidí contarle mi simple vida. A ella no la boté de mi cama. La escuche. La miré. La amé hasta quedarme dormido. Ella no quiso quedarse a dormir conmigo.

Intente volver a verla. Cerraba mis ojos con fuerza para encontrarlaa en mis sueños. Hacia grandes jornadas de sueño con Diasepan y Xanas. No estaba en los sueños ilógicos y tampoco en los amores platónicos. No la encontré en las extrañas pesadillas y aun menos en los sueños eróticos. Simplemente se esfumó.

De regreso en la habitación de mi vida quise reconstruir mis amores. Pisé tierra y supe que mi ex novia tenía novio. Me tomé un trago amargo de vodka, los observé, como por dos horas besándose en un bar. Era mi penitencia. Caminé rumbo a mi casa pero supe que ya no tenía casa.

Arrastrando los pies por las calles desvié mi ruta para buscar un lugar conocido. Busqué a mi amiga. A mi mejor amiga. A la chica de mis sueños y pesadillas. A los resquicios de mi alma romántica adolescente. A la niña que alguna vez transformé en mi amor imposible.

Nos besamos y abrazamos por horas. Me obsesioné. Quise verla siempre. Quise que fuera mi novia. La perseguí por semanas. Solo tocaba su sombra. Ella siempre huía. Yo vivía ensimismado en la terca idea de pensar que estaba enamorado. Luego en un lapsus de cordura decidí suicidarme. Le dije todo lo que sentía y pensaba. Ella corrió sin mirar atrás. Pensé que me había liberado.

Boté las piedras de mis zapatillas que no me dejaban caminar. Ahora podía correr. Corrí hasta desfallecer. Me dormí en un sueño blanco, muy blanco. Un sueño en donde solo estaba esa niña de ojos brillantes. La abracé por 60 segundos. Luego tuve que regresar a la realidad.

De regreso por mi vida comencé a vagar sin rumbo con la promesa de nunca más tener novia. Esta vez llegué a un callejón oscuro, sin salida y con tan solo una pequeña ventana vieja y sucia a un lado. Era el único escape. Ella me advirtió que era la peor ruta a seguir. Yo decidí caminarla y recorrerla. Los trechos tortuosos son mi especialidad, pensé.

Ella negaba con la cabeza pero aceptaba con su corazón. Su boca siempre me odiaba pero su mirada me quería. Yo me tapaba los ojos. Ella me tomaba de la mano y me guiaba. A veces quería que la abrace, otras que la bese. Finalmente, un día me empujó y huyó hasta perderse en la oscuridad.

Encogí los hombros y nunca supe que paso. Decidí fugarme de esta ciudad llena de furia. Tome una sobredosis de pastillas y tuve un sueño muy profundo. En el sueño nuevamente huía. Corría buscando que mis pulmones exploten. Quería que mis pies se pulvericen. Deseaba que mi corazón se derrita, pero ella me detuvo. Me miró con sus ojos brillantes, me tomó de las manos, volvió a sonreírme y supe que no me había olvidado.

Era ella nuevamente. Ella aterrizó en mi realidad. Decidió no ser tan solo un sueño. Caminamos de la mano por mis calles. Espantó mi vanalidad, combatió mi maldad y enfrentó mis obsesiones.

Tan solo sopló y todo desapareció. Corrió conmigo con tanta fuerza que desaparecimos de cualquier mundo. Todo era vació, blanco y puro. Nunca había llegado hasta un lugar tan cercano y lejano a la vez. Pude sonreír después de mucho tiempo. Besé con amor por primera vez. Los sueños a veces se hacen realidad.

martes, diciembre 18, 2007

Amar

Los demonios se callan
No hay ruido en mi cabeza
La gente no pasa
Los rumores desaparecen
Mis ojos no se pierden
Solo te miro
Te veo y te llevo
Secuestro tu risa
Robo tu felicidad
Me refugio en tu vida
Me escondo en tu corazón
Mi instante se paralizó
Mi rostro con vida
Su vida fue mía
Mi alma feliz
Siempre en pasado
Nunca en presente
No tengo provenir

lunes, diciembre 03, 2007

Herir y ser heridos



No quiero verte. No quiero verte más. No hoy, no sé si mañana. No lo sé. Buen viaje. Las últimas palabras que escuché de ella. Y a pesar de tan obvio rechazo, repasaba cada palabra intentado encontrar una duda. “No hoy”. Es una molestia del momento. “No se si mañana”. Es decir, puede ser que tal vez la vuelva ver. “No lo sé”. Lo está dudando. En el fondo todavía me quiere.

No sé que decirte. Ahora creo que no puedo asumir todo esto. No lo sé, tan solo no lo sé. Fuero mis últimas palabras antes de despedirme de ella. Planeé esas palabras durante dos semanas. Frente al espejo, antes de dormir y cada vez que fumada. “No sé que decirte”. O sea lo sé hace mucho tiempo. “Ahora creo”. Siempre lo creeré. “No lo sé”. Es que si lo sé, pero no puedo reconocerlo.

Tres meses después la logré encontrar. Fue una reunión provocada. Sabía que iría. Quería enfrentar mi infierno. Saludé con cortesía. Me perdí en las conversaciones. Me crucé tres veces con ella. Intercambiamos una mirada. Ella evitó mis ojos dos veces. Le toqué el hombro al saludarla y despedirme. No nos miramos al sentarnos cerca. Lo único que le dije fue: cuídate. Ella solo me dijo: Chau.

Pasaron varias semanas antes de volverla a ver. Estaba en un bar con unos amigos. Muchas cervezas, chistes malos y miradas cómplices. Ella bordeó la barra. Se dejó ver y la miré. Levanté las cejas para saludarla. Ella buscó su risa más reluciente. Ella me dió un largo beso en la mejilla. Ella sonrió nerviosa. Le toqué el hombro mientras hablábamos. Ella habló mucho pero no logró una conversación coherente. La abracé con fuerza. Me despedí rápido. Le dije: cuídate. Ella buscó en adiós en el suelo. Me miró, me tomó la mano y me dijo: tú también.
Una canción: Playground Love de Air

domingo, noviembre 25, 2007

No se puede ser más triste

Uno cuando es un post adolescente cree siempre que no se puede ser mas triste. Yo a los 19 años vivía los problemas de amor más grandes del universo. Reales tragedias griegas, terribles telelloronas venezolanas y cursilescas películas gringas. Nunca había un nuevo comienzo. Siempre era el final de mis días como enamorado. Nunca creí en el mañana.

Yo estaba al borde de una piscina, de noche, viendo como ella se bañaba. Ella nadaba de un lado a otro sin espantarse con mi presencia. Es más, creo que estaba feliz de que su ex noviecito (estuve con ella dos meses) la contemplara. Su cuerpo se perdía entre el celeste del agua con cloro, mientras sus ojos rojos se iluminaban con los reflectores submarinos.

Ella jugueteaba con el agua, chapoteando con tiernas amenazas de mojarme. Yo me sonreía. Era uno de esos días en los que me sentía invulnerable. Ella se abrigó con una toalla y jaló una silla a mi lado. Yo la miré. Ella sonrió y se acercó aún más.

Te tengo algo que contar, pero me juras que no te amargas, me dijo medio en broma, medio en serio. Dime no hay problema. Si hay problemas y muchos pensé. ¿Te acuerdas la fiesta de July?, me interrogó. Claro, sí me acuerdo, llegaste conmigo pero desapareciste, dije con sarcasmo. Ese día me besé con Rodrigo, dijo sin pasar saliva. Vete a la mierda, le susurre al oído.

Ella quiso abrázame. Me mojó la camisa. Yo me liberé de sus brazos y salí corriendo. Con todo el derecho de un ex despechado me creí traicionado. Sin ninguna razón lógica o legal era un jovenzuelo enamorado que se sentía desengañado por el amor de una perversa niña indecisa y besucona.

En la casa de playa de mi mejor amigo había una gran fiesta. Me hundí en la muchedumbre y repartí risas hipócritas. Me serví un muy cargado vaso de vodka con Sprite y me lo eché de un solo trago. Cuando esa multitud se fue individualizando y las miradas se daban cuenta de mi presencia es que decidí escapar.

Corrí hacia la playa y me refugié en las sombrillas de paja. Esa fue la primera vez que le conté al mar mis penas de amor. Conversé largo rato con él hasta que una sombra me trajo a la realidad. Era una chica que al igual que yo se confesaba ante las olas. Estaba en cuclillas tirándole arena a la espuma.

Yo sequé mis gélidas lágrimas y me acerqué a ella. Parece que estamos en las mismas, la interrumpí. Ella me miró de arriba abajo, respiró y decidió hablarme. Si pues parece que estamos en la misma situación. ¿Tú por qué haz escapado?, le pregunté. Luego las palabras fueron yendo de un oído a otro hasta lograr una cómoda conversación.

Ella me contó de cómo su mejor amiga se había besado con un chico que a ella le gustaba (vaya tragedia), mientras yo le hacia un recuento detallada de cómo la perra de mi ex había agarrado con Rodrigo. Los dos vivíamos con extremo dolor y al borde del llanto tremendos dramas.

Era una escena demasiado cinematográfica como para no vivirla. Dos tristes que se encuentran en medio de una playa para confesar su abatimiento. Su rostro era una gran sombra, en donde lo único que brillaba eran sus lágrimas. Tenía el cabello largo y las piernas aún más largas. Era de sonrisa aguda y sollozo grave. Tenía un lindo perfil y seguramente unos ojos muy lindos. La veía pero no la reconocía. Sabía que era linda aunque no pudiera escrutarla con la mirada.

Antes de irme le explique lo novelesco de nuestro encuentro. Le confesé que era como un poema triste o un libro de afligidos. Que nuestra escena era la de una tragedia teatral y el instante cumbre de una película de Meg Ryan. Un momento tan único que tan solo podría ser realmente especial si lo culminábamos con un beso. Un beso de redención. Un instante de traición. Una historia para contar y un secreto que revelar.

Ella sonrió y por fin sentí un poco de felicidad en su desdicha. Miró al mar y le dijo que no se lo cuente a nadie y barrio a la luna y las estrellas para que no hubiera luz. Mi propuesta no tenía resquicios para la negación. No había forma de no vivir este cuento corto de final obvio.

Nos arrodillamos uno frente al otro mientras el mar nos espiaba. Yo tomé su hombro mientras ella acercó su boca. Me dio un beso en la mejilla. Las olas resonaban haciendo un rumor de nuestra culpa. Yo me sentía aliviado con su beso. Ella, traicionada por su poca audacia. Se acercó de nuevo a mí y me besó con fuerza sin abrir la boca. No me dio tiempo para abrazarla. Tras varios segundos ella huyó.

Corrió por la arena. Un gusto en conocerte, ya nos veremos, dijo a voz en cuello mientras se alejaba. Yo mate mi miseria en un instante. La tristeza no existía y mi corazón estaba limpio. Supe que no era tan triste y reconocí el valor de la redención en los besos de otra mujer. El mañana nunca es peor y si es peor habrá que experimentarlo.

Regrese a la fiesta y no conté lo que me había pasado. Nunca se lo conté a nadie. Era una historia demasiado cliché y cursi para hacerla un cuento.

viernes, noviembre 16, 2007

Escenas que no se van

Alta Fidelidad
"Qué apareció antes la música o la miseria"



Eterno Resplandor de Una Mente Sin Recuerdos
"Si tan solo pudiera conocer a alguien"



La Hora 25
Mandar a todos a la Mierda



Perdidos en Tokio
"No estás indefensa"



Es raro pero casi todas estas escenas las he visto con una misma persona...

martes, noviembre 06, 2007

Canciones y recuerdos

free music


Difícil – Los Piojos
Una canción regalada para recordar mi vida en Buenos Aires. Es tan difícil olvidar y es imposible no recordar. Noches oscuras y evocaciones iluminadas. Los momentos felices nunca se van mientras vivan en tus sueños. Nunca una canción tan bien puesta. “Nada para hacer solo si no estás acá”.


Si tú no vuelves - Miguel Bosé
Una de esas canciones que te torturan y repican en la mente por más que ya no suenen. La escuchaba mientras escribía, caminaba y dormía. Ella la cantaba en voz alta mientras se alejaba. Yo la tarareaba sabiendo que no regresaría.

Anhelo de Satisfacción - Catupecu Machu
Solo corriendo hacia un concierto. Ella no contestó más el teléfono y pensé que podía vivir solo. 40 mil personas saltando a la vez. Yo mirando el cielo creyendo que podría olvidarme de ella. Me equivoqué.

Crímenes Perfectos
Caminaba con rumbo al mar pensando en cómo había terminado con ella. La única vez que me arrepentí. La única vez que di marcha atrás. Supe que se puede andar en reversa. Que se puede rebobinar y empezar de nuevo.

Grita – Jarabe de Palo
Puse la canción en mi carro apenas ella entró. Ella me guiño el ojo y comenzó a cantar. Miraba por la ventana y el viento le caía sobre el rostro. Yo manejaba sin mirar la pista. Me choque y desperté.

Prófugos – Soda Stereo
Ella era inalcanzable e insuperable, pero aún así estaba bailando conmigo. No sabía como había llegado hasta allí. Ella era una cómplice de mi fantasía. Son esas veces que ser yo vale más que mil imitaciones.

lunes, octubre 29, 2007

Guía de cómo suicidarse emocionalmente (Tomo II)



¿Usted cree qué es inmune al amor? Luego de una gran travesía de cien mujeres, mil besos y millones de orgasmos, usted ya se siente un especialista en ellas. Un ensayista del gileo barato y un gurú del levante espontáneo. Sin embargo, en el fondo de su ser, usted sabe quien le gusta. Quien no solo le mueve el piso sino se lo agrieta.

¡Corra sin freno ya mismo, Por Dios! No mire para atrás pues no será sal, sino un meloso dulce. Es el momento preciso de alejarse de esa linda chica de ojos tan negros como su alma. De cabello tan largo como su lengua. De gesto tan adusto como su malevolencia.

Si estuvo solo con ella en un bar y en vez de intentar despreciarla le conversó va muy mal. Si en vez de besarla sin hablar le dio la mano, las cosas se están poniendo repugnantemente románticas. Si en ves de ignorarla por semanas la llamo al día siguiente, es casi un caso perdido.

Usted tiene una salida. Un escape decoroso y abrupto a la vez. Busque citas casuales, nunca premeditadas. Entérese en donde se esconde y por donde se escapa. Aparézcase siempre imprevistamente.

No la mire. No la escuche. No la salude. Ella al día siguiente buscará la mejor forma de entablar contacto. Podrá ser una llamada o tal vez por el Messenger. A pesar de su enorme orgullo, ella será capaz de dejar un mensaje en su celular pidiendo una cita.

Usted contrólese por favor. Ya sabemos que quiere correr a la puerta de su casa a decir: ¡Te amo¡ Pero no. Manténgase ecuánime y busque una salida. Solo los dos en cualquier sitio. Un bar, el cine, el teatro o simplemente la calle. No la mire mucho, no la escuche tanto.

En un momento de oscuridad déle la mano. Acaríciela y explore cada línea, cada imperfección. Bésela lentamente. Sienta sus labios y comparta su aliento. Abrácela con fuerza sin besarla y con los ojos bien cerrados.

Y si se presenta la noche en que estén en la puerta de su casa. Invítela a entrar.
Guíela por la oscuridad y acuéstela en la cama. Escóndala en las sábanas y obsérvela como se desvanece. Duerma con ella y levántese al día siguiente preguntándose por que mierda no le hizo el amor. Luego despiértela con un beso y busque su primera mirada.

Escóndala debajo de la almohada y apriete con fuerza. Apriete sus manos y búsquela debajo de todo. Escóndase de la realidad y dígale de manera casi silenciosa que la quiere. Dígale que todo es una farsa. Que usted realmente es esta persona oculta en las sábanas. Quien la mira a los ojos y quien le aprieta la mano.

Ella saltará de la cama. Se vestirá tan rápido como las buenas costumbres lo permiten y caminará velozmente, pero sin correr. Llenara su agenda de actividades inmediatas y saldrá despavorida de su casa.

Ya no sabrá nunca más de ella. Usted será libre nuevamente. Sentirá alivio y tranquilidad.

(Guía práctica de cómo suicidarse emocionalmente Tomo I)

lunes, octubre 22, 2007

Un cuento para soñadores



El fin de semana vi La Ciencia de los Sueños de Michel Gondry (el mismo del Eterno Resplandor de Una Mente Sin Recuerdos). Una de esas películas que te trasladan a la pantalla y que te hacen su protagonista.

Stehephan Miroux (Gael García) es un inventor de objetos y sueños. Que vive siempre más cerca de sus nubes de algodón que en la tierra de cartón. Cada vez que cierra los ojos se abre un programa de televisión en su cabeza que cocina cada sueño, ilusión y pesadilla.

Un poco de amor, sensaciones y pasiones; salpicadas de protagonistas de su vida y vivencias del día. Todo revuelto por el subconsciente y calentado por la experiencia y los traumas. Es así que nacen los sueños para Stehephan, un soñador que no reconoce el mundo onírico del real.

En este mundo de fantasía real, el mejor combustible de Stehephan para soñar es el amor. El enamorarse de su vecina ni muy linda, ni muy inteligente, ni muy graciosa. Una niña única e incomparable que puede vivir en sus sueños y no en la realidad. Stephanie (Charlotte Gainsbourg) es la única mujer que sigue sus palabras y cree en sus inventos. Quien responde a sus preguntas y quien pregunta ante sus respuestas.

Stehephan prefiere vivir en sus sueños. En su programa de cocina onírica donde construye su propias respuestas. Donde Stephanie sí lo entiende y sino lo entiende lo comprende.

El amar es siempre soñar. Y sino puedes amar es mejor soñar. A veces las amantes más sublimes y las novias más adorables son aquellas construidas cuando caminas solo. Cuando estas a punto de dormir. Cuando viajas solo sin más que hacer que mirar por la ventana.

A veces las ilusiones son reconfortantes excusas para no vivir. El dormir despierto para no regresar a la pesadilla de la vida. Reír, llorar, correr, y detenerse justo en el instante adecuado. Hablando con tu mano, durmiendo con tu almohada, caminando con tu bicicleta, acompañado a tu cigarro, besando el cielo.

La opción de Stehephan siempre fue la más adecuada. La realidad es fría y los sueños siempre cálidos. Ellos no te dejan y siempre te acompañan. Dormir hasta las 5 de la tarde para no tocar el frío suelo. El no despertarte para no bañarte en la fría ducha. El caminar sin rumbo soñando para alejarte de esa gélida mujer que nunca te amará.

martes, octubre 16, 2007

La perdición de las mujeres hermosas

La belleza de una mujer a veces no te permite ver más allá de sus deliciosos labios, sus maliciosos ojos, su oscuro cabello o su increíble e indomable cintura. Esa sonrisa fresca, salada y sabrosa, no te deja dar cuenta lo hiriente, irritante y malsana, que puede ser ella cuando abre la boca.

Sus verdes y profundos ojos, que te debilitan cuando tan solo pestañea, no te permiten ver lo poco observadora e inteligente que puede ser. Ella solo mira para matar y observa para olvidar.

Su negro y largo cabello, que va desde su cabeza hasta más allá de las rodillas, que te atrapan, que te espanta y que te arranca de tu ser, no es más que una distracción para su poca reflexión. Su nula abstracción y su irresoluta introspección. No hay más en ella. Solo lo que ves.

La belleza de una mujer no te deja dar cuenta de lo que realmente puede ser ella. Miras sus senos, su cintura, su culo, Te obnubilas con su empalagosa risa y te ciegas con su arriesgada mirada. No sabes que quiere, que piensa, que anhela.

Siempre la esperas ver pasar, para recorrer su perfecto rostro de piel pulida, sus turgentes pechos y su perfecto caminar de beldad. La esperas verse ir para espiar su respingado trasero y sus interminables piernas.

No reconoces su tristeza por el amor perdida, ni su desesperación por la indolencia del consumismo. No te das cuenta de su compasión por el dolor ajeno, ni su pasión por las causas perdidas.

No ves más allá de su mascara y disfraz. Turbadoras estúpidas y belleza escondida.

domingo, octubre 07, 2007

Yo vi a Héroes del Silencio

La primera canción que escuche de Héroes fue La Chispa Adecuada en 1998. Justo cuando vinieron a Lima a dar un concierto. Escuche la frase. “y ahora estás en mi lista de promesas a olvidar”. Yo estaba enamorado de mi mejor amiga. Me prometí conquistarla. Nunca lo logré. Nada más platónico que tu amor perdido haya sido tu mejor amiga.

Luego llegó a mi, la letra de La Espuma de Venus “la ficción es y será mi única realidad”. Sentí que esa pequeña frase describía mi vida. Épocas de sueños. Cuando sentía que no podría tener nunca una novia. Épocas de fantasías, en donde era un conquistador empedernido, una estrella de fútbol, un entrevistador audaz, un escritor maldito.

Tuve momentos de odio con La Herida y su gran frase desgarrada: “siempre he preferido un beso prolongado, aunque sepas mientas aunque sepa que es falso”. Tantos besos ganados, robados y perdidos. Después de nueve años pienso lo mismo.

Y mis momentos de delirio siempre fueron acompañados con el inicio de Hechizo. “No es la primera vez que me encuentro tan cerca de conocer la locura”. Siempre al borde del abismo escuchaba esa canción para tratar de escapar de mi habitación. Escapar de esa maldita tristeza que me atrapaba.

Con todas mis novias bailé Sirena Varada. Con todas fui feliz. A todas abracé. A Todas besé y a toda abandoné. Era una promesa ir a ver a Héroes del Silencio si alguna vez se reunían. Justo en Argentina. Justo en Buenos Aires. Allí regresé por los héroes y también los villanos.

Les dejó el video de mi heróica experiencia: (todos los videos del concierto son míos menos dos que los tomé prestados. Gracias)



jueves, octubre 04, 2007

Besos y no besos

Un día llegué a una fiesta con una amiga que no quería que sea mi amiga. Pronto estaba solo en medio de luces de neón, gélido humo y bailes desmembrados. Mi compañera ya me había abandonado.

No hay nada más placentero que fumar y tomar una cerveza mirando a toda esa masa de desconocidos comportándose de manera estúpidamente previsible. El templado que sueña, el afanador que rebota, la coqueta que se contornea, la loca que baila.

Divagaba con mis pies. Pensaba con mis manos. Fumando y tomando. Soñando y aluciando. Pronto estaba en una de esas inconexas conversaciones con un barbudo que estaba del otro lado del mundo. En esta clase de instantes, siempre me odio, pues por más que paresca una buena imitación de alguien que disfruta su libertad, luego me traiciono. No puedo evitar estar pendiente de todo. Del amigo. De ella. De mí. De ellos.

Construí un callejón humano que iba desde mis ojos hasta su sonrisa. Estaba en una cámara lenta eterna. Sus manos peinando el cabello. Sus labios murmurando. Los ojos fijos sobre su amigo. Su pie nervioso siguiendo el ritmo de la música.

“Agárratela”, interrumpió mi barbado y esfumado compañero. Yo con mucho porro y alcohol en mis pulmones y venas salí raudo tras ella. (decisiones sin pensamiento) En estos casos he aprendido que si quieres besar a una linda niña no hay que decir mucho. No hay que pedir permiso. No hay que rogar por una posibilidad. Simplemente la miras a los ojos y ya lo sabes.

Estábamos atrapados en una angosta cocina. Yo me aproximé sin dejarla huir. En un solo instante ella se dio cuenta de lo que sucedía. Me miró a los ojos. Yo ví sus labios. Ella decía palabras sin sonidos. Sus brazos suaves y sus manos aún más suaves. Su cabeza de un lado la mía del otro.

Su boca muy cerca y yo aun más cerca. Un pequeño moviendo y un beso en la mejilla. (¡Mierda!). No entiendo. Ahora no. ¿Entonces cuando? En 48 horas. Me abrazó con mucha fuerza. La deje ir. Me quede solo en la cocina. Vague por la oscuridad decodificando lo que me había dicho. Por qué las mujeres no te miran a la cara y te dicen: no quiero besarte. Escapé como un vil ladrón. Trepé a mi auto y salí volado.

Me desperté feliz. Miré al techo y recordé el episodio. ¡Dios! Me enterré en mis sabanas. Me ahogué con mi almohada. Me acorde de la escena. Me quería dormir para siempre. Mucho pisco, demasiados cigarros y desproporcionados deseos. Me traicioné.

Uno nunca acepta consejos. No le haces casos a las advertencias. Si está loca, me gustan las locas. Si es mala, me gustan las malas. Y si ella te volteo la cara es un fascinante reto por resolver. Una apuesta personal. Ese beso negado llevó a más que eso, finalmente. Cariño sin amor y afecto simulado.

Si la besada ese día nunca más la buscaba. Un ahorro de mentiras y angustias. De saliva y lágrimas. Nunca hubiera existido una versión de mí basada en ella. Ni una ficción construida en su psicosis por no amar. Ahora se que la infelicidad era su fantasía perfecta. Ella dejó que el dolor curta su piel. Y yo siempre fui un desconocido. Por eso ahora yo respiro con alivio .

Video: Al Vacio - No Te Va a Gustar... atención con la letra...




Video: Otra canción, un clasico, Loquillo - La Mataré

martes, setiembre 25, 2007

Un nuevo regreso

Acostumbrado
equivocado
no veo el Cielo
esta nublado.

Apareciste sin que te buscara nadie no esperaba
encontrarte ahi
tal vez tu brisa no tenia sombras no tenia nada
fue todo lo que vi.

Me prestaste un beso
me prestaste calma
me prestaste todo
lo que me faltaba

Tenes la receta justa para hacerme sonreir
y todo el tiempo
sabes lo que me asusta
sabes lo que me gusta estar con vos.

Me robaste el cuerpo
me robaste el alma
ya es tuya la voz
con la que antes cantaba.

Me quitaste el sueño
me quitaste el habla
pero si estoy con vos
no necesito nada

(No Necesito Nada - No Te Va a Gustar)

No puedo terminar de escuchar esta canción. Estoy sentado en otro aeropuerto sin palabras. No puedo escribir nada. No se como decirlo con mis dedos y menos con mi garganta. Me presto estas palabras para escuchar y para decir. Dejo mi corazón. Lo presto y te lo regalo. Regresare por mis latidos. Retornare por mi aliento.

Foto: En el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires, con mi postura de nuevo revolucionario. Una revolución personal, única e inevitable.



jueves, setiembre 20, 2007

Si tu no vuelves

Sólo estoy sólo y estoy solo buscando a alguien. Solo a alguien que me está esperando. Que me espera y me condena. Me entiende y sino me entiende me comprende.

Alguien que recuerdo cuando estoy lejos y extraño cuando estoy cerca. Una ella que es ella y que sabe quien soy yo. Un amor errante. Un cariño ambulante.

Soy el vagabundo de tu pequeño mundo. Camino por tus pensamientos. Corro rumbo a tu vida.

Estoy cansado de vagar. Loco por despertar. Solo quiero volver a una casa. A mi casa. El hogar que abandone. La cama que deje sin tender. El corazón que olvide.

Quiero reencontrar a esa niña perdida. La que se extravió en mi vida. La que se equivoco en mi ruta.

(Palabras robadas de Calamaro)

martes, setiembre 18, 2007

¿La conoces?

¿Cómo puedes conocer tanto a alguien y al final no saber ni como se llama? Su nombre era el sonido que conocí desde que nací. El primer nombre que escuche al nacer y sin embargo no sabía quien era.

Sabía que su piel era tan suave que mi tacto se desvanecía al tocarla, pero no conocí la razón de la cicatriz que interrumpía la perfección.

Conocía el color verde que se escondía tras el iris de sus ojos marrones, amarillos y pardos; pero no sabia en quien pensaba cuando su mirada se perdía.

Hablaba con una voz aguda y casi silbada, sin embargo no entendí sus silencios y aún menos sus palabras.

Encontré el sitio donde siempre estuvo parada, pero nunca conocí el lugar dónde se escondía. Conocí su deseo y pasión pero no supe si quería amar.
"Siempre he preferido un beso prolongado, aunque sepas que mientes aunque sepas que es falso" .

Cita: Nuevamente Heroes del Silencio. Aquí les dejo el video de La Herida. En Buenos Aires me esperan...


domingo, setiembre 09, 2007

Ensayos de Amor parte II

Tal ves amar es ese sentimiento que alguna ves esa otra niña despertó en mi. Esa chica, la de mis insomnios permanentes y sueños irresolutos. Ese amor duradero mas allá del tiempo, espacio, distancia, confrontación, llanto, peleas, novios, novias, besos o sexo. Ese tipo de debilidad insana que te hace hacer lo que sea por ella.

Desde bochornosas cartas de amor y dolor, pasando por mails cobardes declarando todas las frustraciones amorosas por ella, hasta implacables desplantes para provocar su ira. No saludarla cuando entras, ignorarla cuando se te acerca y hasta besar a otra chica para llamar su atención. Una de esas mujeres con la cual siempre tienes que ir en sentido contrario al tiempo y espacio para lograr su reacción.

A una de esas pocas chicas a la cual uno es capas de decirle de manera extremadamente directa por que te gusta. La única persona con la que haz podido definir con palabras porque la quieres tanto . “me gustas por tu eterna incertidumbre por querer pero no amar y por amar pero no adorar”.

Una de esas mujeres que te pueden convencer de asesinar tus juramentos. Con una caricia en la mejilla, con un guiño instantáneo, con suave abrazo, con un susurro irresistible. Una de esas chicas que siempre están en tu lista de promesas a olvidar.

Una de esas lindas niñas por la que siempre te queda la loca y absolutamente remota posibilidad de poder, algún día, cuando ese día se a noche y esa noche día, estar con ella. ¿Eso es amor?

La frase "Ahora estás en mi lista de promesas a olvidar" es de La Chispa Adecuada de Heroes del Silencio.

miércoles, setiembre 05, 2007

lunes, setiembre 03, 2007

Ensayos de amor parte I

¿Qué debo sentir para saber que es amor? Tengo una carencia y es que no se que significa ese verbo tan mal utilizado y constantemente manoseado: amar. En los siguientes días pasaré a describirles mis taras congénitas - emocionales:

Algunas veces cuando empiezo a salir con una linda chica, ya sea cuando tenía 15 ó ahora que tengo 30, comienzo a sufrir síntomas casi irreproducibles. Son padecimientos tanto físicos como mentales. Me invade una sensación que me parte en dos. Siento un ahogo en la garganta que me asfixia y una presión en el estomago que casi no me deja probar bocado.

Me invade una constante e irrefrenable ansiedad por verla. Tengo un recuerdo permanente que no me deja soñar. Me toco mi propia mano como si fuera la suya y ensayo al detalle todas las conversaciones que he tenido con ella. Rebusco entre los recuerdos e intento extraer esas pequeñas frases que me den aliento y esperanza. Luego me invade un pésimo irrefrenable y se vienen a mi todos esos gestos que demuestran que tanto no le gusto.

Cuando mi corazón combina lentos latidos y estrepitosos espasmos me tiro al suelo frío boca arriba y busco soluciones en el techo. Las lámparas nunca dan respuestas, lamentablemente. Otras veces cuando las taquicardias me atacan, fugo de mi casa y empiezo a caminar sin sentido alguno. Fumo y camino. Aspiro y corro. La ansiedad a veces desaparece. Además también el humo dulce me da respuestas. Me abre la mente y me da lucidez.

En otros momentos mi incertidumbre me lleva a tomar el toro por las astas. Agarro el celular y mato mis temores. A veces son pequeños suicidios emocionales. En otros instantes también ensayo respuestas por mail que casi nunca mando. Tengo una docena de borradores de correos que jamás envíe.

A veces ensayo el guión de mis próximas conversaciones. Hasta musicalizo los encuentros. En medio de “Como te va mi amor”, de Arena Hash, me le acerco entre una maraña de gente, le sonrío con frialdad y ella sin mediar palabras me abraza y se apoya en mi hombro. Nunca sucede lo que planeo sino todo lo contrario. Seguro nunca pasan esa remota y vieja canción y cuando la miro con cara de sucedido ella se espanta y se va indecorosamente rápido. Maldita sea (perdón, se me vino ese pesimismo que les conté líneas adelante).

Los desenlaces son múltiples y por momentos increíbles. Después de tanta ansiedad no hay una sensación más maravillosa que comprobar que puedes abrazarla y besarla. Sin culpa, sin temores. Siempre la miro a los ojos por varios segundos y le toco el rostro para comprobar que es verdad. Otras veces no paso de ser rebotado unas cuantas veces (nunca llamo más de tres veces, esa es la regla) e ingreso en un laberinto de preguntas en un gran acertijo imposible. Pero cuando arrastro los pies siempre recuerdo cuando estaba volando. ¿Eso es amar?


(Puse la foto de Natalie por puro placer)


Nota: Les dejo un vejestorio musical con un videoclip impresentable de Arena Hash. Por favor escúchenlo pero no lo vean. La letra combinada con el cambio de ritmo en medio de la canción es genial.

domingo, agosto 26, 2007

Bonus Track: Música de sexo, amor y odio


Un CD que nunca regalé:

- Theme / Eternal Sunshine of the Spotless Mind
Sentado en una cómoda bútaca queriendo borrar su recuerdo pero espiándola como siempre.


- Bruce Springsteen / Jerry McGuire / Secret Garden
Caminando por una calle de Buenos Aires preguntándome porqué desapareció. Ella regresó.


- Radio Head / Karma Police
Paseando en un taxi intentado descifrar su seriedad y con la angustia de saber si debía darle la mano o no.


- The Cure / Love Song
Bailando entre las luces de una discoteca sabiendo que por fin solo quería quedarse conmigo.


- Pearl Jam / Nothingman
Saliendo espantando de un bar tras terminar con ella.


- Velvet Revolver / Fall To Pieces
Preguntándome si me quería, odiaba o deseaba.

martes, agosto 21, 2007

El amor efímero

Pasan y pasan. De derecha a izquierda, de un lado a otro. Como el paisaje de fondo en las caminatas de Pedro Picapiedra. Una banda de imágenes repetitivas e infinitas. Yo en un muy cómodo mueble en el aeropuerto de Atlanta veo como se me pasa la vida pensando en un amor efímero.

Una delgada y respingaba mujer de ojos claros camina como flotando. Un marine, recién llegado de Irak, corre sin mirar y se pierde entre el color crema del piso. Un impresionante gordo de 300 centímetros de diámetro hace su paso con un andar rítmico. Una mujer de piernas de galgo y torso de serpiente se arrastra con los ojos extraviados.

Una beldad de pelo negro, ojos más negros y sonrisa diforzada busca la mirada de los hombres. Cuando se va, la observo alejarse y ella con un sexto sentido se da cuenta que la admiro. Voltea y me mira con bronca y orgullo. Yo le sonrío.

Repaso mis pensamientos y me pregunto ¿Me gusta?, ¿Por qué me gusta? Intento dilucidar un futuro y la imagen más próxima no llega más allá de un mes de distancia. Vaya que soy ahora un especialista en lo inmediato. Otra vez pasa esa mujer de ojos relampagueantes. Me distraigo, pero regreso. Es la búsqueda de no buscar la que me lleva a una mujer que me gusta y amarga.

Su linda sonrisa radiante me atrae y me pierdo. Vuelvo. Nunca antes alguien me había demostrado tan poco. Tenemos algo llamado nada, o sea una relación llamada no relación. Las bellas piernas de la diva de pelo azabache se llevan mis pensamientos. ¿Relación?. No hay relación. Que piernas de esa mujer. Voy desde sus tobillos con medias blancas, hasta las rayas rojas de su pequeño short.

Quizás solo andaba extraviado y me enamore de mi reflejo. Repaso palabras como "si me dejo llevar" ¿llevar a dónde? Los labios tan rosados de la post adolecente de cabellera negra me dejan absorto Regreso a mi dilucidación.

Creo que me estoy convirtiendo en un detector de amores imposibles. Desato nudos y anudo cuerdas. Siempre encuentro una puerta de escape. La lejanía es mi aliada. El amor si tiene distancias. 100 kilómetros. Su cabello se revuelve con el aire del ventilador. Una bella espalda sin fin. Me pierdo de nuevo y en verdad esta vez no quiero regresar.

Quizás huelo lo efímero y me le acerco sin temor porque sé que hay un epílogo. Es como ver una buena película repetida. No como las francesas con final abierto. Mejor estas relaciones mudas donde no se puede decir que se siente. En las que escapas y huyes aunque no sabes quien te persigue. Ella tiene las mejillas rosadas mezcladas con una sonrisa larga. La miro. Ella se da cuenta. Sonríe y agacha su cabeza. Yo regreso. No puedo dejar de pensar.

Conclusión: soy un descifrador de laberintos con soluciones a la vuelta de la página. Ya se como resolver un juego antes de empezarlo. El destino siempre es previsible. Si te pregunta si estás dormido, despiértate, miente y di que estas en el umbral de tus sueños. Si te interroga si estas enamorado, miente y responde que solo crees en lo efímero. La linda niña de rizos negros espía lo que escribo. Ahora está a mi lado. ¿Qué haces aquí? Ella ríe. La amé por diez segundo. Mi avión está por partir.

domingo, agosto 05, 2007

Ruta para ciegos

Una vez más estoy frente a este camino. Dos paralelas que se unen en la oscuridad. Una ruta, un trayecto, un fin. ¿Corro, trepo, troto o camino? He desechado un mapa, la brújula y no le hago caso al sol. Caminaré de espaldas y con los ojos bien cerrados.

Bucearé contra la corriente y correré en el sentido contrario a las manecillas del reloj. Siempre huyendo del horizonte. Siempre seguro de no estar seguro. Caminaré de espaldas con los pies volteados y a ciegas pero mirando con el ojo de mi nuca.

Ella pide que me aleje pero se acerca. Me empuja pero me atrae. Me espanta pero me llama. Yo la ignoro pero la espió, la evito pero la me la tropiezo, le huyo pero siempre me la encuentro.

No me gustas porque espantas mis promesas, ignoras mis juramentos, destrozas mis sueños. No me encantas porque atraviesas mis pasos, corrompes mis ilusiones, aceptas mis palabras. No me atraes porque respiras mi aliento, obsequias tu cuello, abrazas mi mano. Te quiero porque huyes de tus deseos, apartas tus sensaciones, reconoces tus debilidades.

Las palabras están de cabeza y el mundo gira al inverso. Salto y me hundo, corro y me alejo, te traigo pero te vas. Una ruta para atrás con curvas rectas, cerros profundos y pendientes muy planas. En zigzag, sin parar, sin hablar y sin sentir.

martes, julio 31, 2007

El poder de ser triste por pocos segundos

Cuan triste puedes ser después de haber raspado el fondo de una botella de raticida. De haber rascado tu tumba después de haber sido enterrado. Más desesperación e incertidumbre no se puede sentir y eso te hace invencible.

Yo tengo un superpoder. Cómo un X- men, algún tipo de radicación me dio un don especial. El don de regenerar las heridas. De ser casi invulnerable a la tristeza permanente. De lograr sacar una sonrisa a pesar de que un puñal de maldad atraviese mi cuerpo partiendo en dos mi corazón.

Este gen mutante lo obtuve después de ese gran dolor que me dejó casi al borde de la desconsolación eterna. Era un post adolescente de 21 años cuando mi novia, 5 años mayor terminó conmigo.

Estaba en un pestilente bar miraflorino cuando ella apareció con muchas cosas en una bolsa. Objetos todos entregados de distintas maneras pero con un mismo sentimiento. Una cámara de fotos, mi polo preferido, un libro de Fuget y una foto en blanco y negro. Me miró a los ojos y lanzó un disparo directo a la cien. Esto no da más.

Yo sentado. Yo y una media sonrisa. Yo y mis brazos cruzados. “Un toque voy al baño”. Miré el espejo y vi esa cara de pobre diablo que solo se puede tener cuando te cortan el rostro. Lancé el puñete más fuerte de mi vida. Mi mano contra ese muro resinoso hizo retumbar el cuarto. Mis nudillos se habían reventado. Mis huesos comenzaban a resquebrajarse. Odio, furia, dolor, triste. Mierda, solo mierda radioactiva.

Regrese a la banca vieja donde ella estaba sentada. Asenté con la cabeza. “Un gusto”. Me levanté. La acompañé a tomar su taxi sin mediar palabras. En el camino tiré la cámara a un arbusto, el libro a un basurero y el polo lo amarre a mi cintura ¿Qué botaste? Nada. Seguimos caminando. Antes de despedirme me acerqué a su oreja y le susurre. Ya no te quería. Agarré su mano la hice un puño y la obligue a coger la foto.

El taxi se llevó el amor más grande que había sentido en mi corta vida de enamorado. Luego corrí. Quería ver si mis piernas se quebraban. Quería que mis pulmones exploten. No había semáforo que me parara, ni autos que fueran obstáculo. Corría por en medio de una avenida. Después de 5 cuadras quedé sin aliento. El corazón se iba a salir por mi boca. Lo quería vomitar. Unas gotas de un líquido salado brotó por mis ojos. Después una arcada me apretó el estomago y una bola de saliva se salió por mi boca.

Lloré por más de una hora apoyado en un árbol en medio de una avenida. Luego me arrastre a mi casa. Tres diazepanes, un trago de vodka y a dormir. No hubo sueños, ni pesadillas, solo un vacío inmenso que se esparcía.

Tres días después una llamada tempranera me despertó. Mi papá a muerto, dijo ella. Pospuse mi miseria y me puse mi único terno oscuro. Volé al velatorio y velé a un papá ajeno por ocho horas. La observé todo el tiempo.

Un fornido personaje siempre estaba cerca de ella. La consolaba, la abrazaba, la apoyaba. Era tan egoísta que los celos me mataban. Y era tan miserable que buscaba la oportunidad para abrazarla y besarla. Pero solo me quedé al fondo de ese salón lúgubre con el martirio de ni siquiera poder odiarla.

Cuando el cajón estaba a punto de entrar al nicho ella me buscó con la mirada. Estaba desesperada. Yo la espiaba al final de la fila. Me vio, espantó a la gente como moscas y alargó tanto su brazo que llegó a mi. Me jaló sin moverse de su sitio y muy pronto yo estaba adelante. Me apretó la mano y miró hacia arriba. Su papá ya estaba tapiado. Gracias, en verdad gracias.

Una costra se formó en el ventrículo derecho de mi corazón. Mis canales de lágrimas se sellaron. Me hice invulnerable al dolor permanente. Al desencanto eterno. Ante cada desilusión llegaba un nuevo sueño. Y así como lloraba, reía.

Hace unos días viví la prueba de fuego. Era una fiesta inmensa donde la alegría se desbordaba. Esas fiestas en donde el destino junta todo y lo revuelve. A mi espalda un viejo amor se besaba con un nuevo amor. A mi derecha la chica de mis locuras bailaba sin parar, sin ni siquiera mirarme. Al fondo mi ex departía muy feliz con su nuevo novio. Yo miré al cielo que me escupía su llovizna ¿Que más? Tira tu mejor golpe.

Sonreí, me perdí en la multitud y me sentí invulnerable. La gran costra en mi corazón absorbía el dolor. Regeneraba cada lágrima y la hacia hielo. Yo lloro hielo seco. Los sollozos se hacían eco en mis pulmones. Yo respiro llanto helado. Los lamentos eran bloqueados por mi lengua. Yo tengo una saliva de gélida desconsolación.

El truco es recordar el día más triste que haz vivido. Rememorarlo y evocarlo. Transportarlo, compararlo y asimilarlo. Si el dolor es aun más grande, tienes un nuevo y terrible recuerdo para ser aun más invulnerable.


Músicalización: Este post lo escribí escuchando esta canción: I am not addict de Janes Adicction. Lean y escuchen a la vez.




Mi voz: Gracias a Perú.21 por recomendar mi Blog. Cada vez somos más en el nido de ratas

martes, julio 24, 2007

Las mujeres de mi vida.

Tengo tres amigas. Todas ellas hacen una novia. Una es ternura pura y un alma tan gemela que no me queda otra que compartir mi vida con ella. La otra mi maestra y guía de la seducción. Siempre atenta a mis malos pasos y a mis continuos errores de amor. Ella es mi lado fiel en el fondo. Y finalmente, mi amiga de sonrisa absoluta y la alegría de mis días. Un extraordinario reencuentro con esa felicidad que tanto extrañaba.

Por otro lado, tengo muchos amores y todas juntas son lo que busco. Una es la incertidumbre personalizada. Nunca se, si me quiere, ama o desea, y a pesar de todo nunca se va de mi lado. A veces me busca, me mira, me seduce. Yo siempre caigo rendido con tan solo una pestaña suelta de ella. Nunca tendré nada con ella.

Hay otra que me ama sin redención. Con ella soy el malo de la película. El Némesis de la superheroina Yo soy el creador de la posibilidad, de la maledicencia, del desprecio sin voluntad. Entre más le digo que soy un hijo de una perra sucia, ella insiste con mayor fuerza en buscarme una salvación. Tampoco tendré algo con ella.

Después esta la linda niña de cintura indomable. La de las ideas lascivas y los retos imposibles. Con la que puedo hablar infinitamente en mi cama. A la cual dejaría dormir en mi hombro para siempre. La que deseo de lejos y a la que quiero sin distancias. No puedo tener algo con ella.

Finalmente, está la que me teme y me espanta. La terca y obstinada. La que me observa pero dice que no me mira. La que me ignora pero siempre me llama. La que me niega pero me sigue. La loca, mandona y obcecada. Ella siempre va en sentido contrario. Siempre contra el tráfico y contra la corriente. Me gustan los caminos sin ruta sin duda..

Mis tres amigas que hacen una novia, dicen que la primera es mala, la segunda arrastrada, la tercera imposible y la cuarta loca. Para mi: una es mi previsible perdición, la otra una ilusa enamorada, la siguiente una irresistible tentación y la ultima un incógnita irreproducible.

Camino con los pies al revés, con los brazos anudados, con la boca cocida y la cintura torcida. Camino con una sonrisa leve, la mente clara y los ojos felices. Camino solo, ya no corro y no se si quiero escoger.

martes, julio 17, 2007

Los hombres no lloran.

Llora siempre.
Llora en silencio.

Se come las lágrimas.
Se traga los gritos.
Se rinde en silencio.
Se abraza a si mismos.
Se arrodilla desnudo.
Se acurruca en los rincones.
Se rinde en la oscuridad.

La música alta para no escuchar
La ducha abierta para llorar
La yerba para no sentir
La televisión para no mentir
La puerta como escape
Una llamada como salvación

Un puño destructor
Un insulto malsano
Un vaso de cerveza valiente
Una pastilla asesina

El sexo como olvido
El amor como salvación.


Recomendación: la canción más triste del mundo (Fabio Junior - Lloro)

viernes, julio 13, 2007

Cómo me veo muerto

El avión Lan Perú, que venía de Cusco con destino a Lima, se estrelló este mediodía en los andes de Huancavelica. Según reportó la propia línea aérea no hubo sobrevivientes. Entre los pasajeros estaba un periodista de esta casa editora.

Las miradas tiesas de todos esos desconocidos. Un alarido que despertó los gritos. Un gran ‘crash’ que hizo todo fuego. Este es el fin. Hay gran alivio en mi corazón. Ya se que moriré. Siento una presión en mi estomago. Es emoción egoísta. Todos llorarán y yo aquí feliz a punto de ser solo una mancha de sangre. Respiro rápido, más rápido. Los gritos se vuelven una gran bulla que es solo silencio.

Aprieto mis puños. Reviento mis dientes. Me como la lengua. Volteo los ojos. Rompo mi columna. Atoro el aire. Seco mi cerebro. Nada. Blanco, no negro. No hay color, es un color sin color. El olor es de incienso lacrimógeno. No me puedo parar pero estoy levantado. No levito pero no peso. No camino pero me muevo. Todavía vivo pero no respiro, no lato, no muero.

La noticia llegó por la radio. Mi mamá se desmayo, mi papá no pudo con la noticia. Mi hermano se encerró en el baño. Mis amigas lloraron demasiado y mis amigos votaron lágrimas en soledad. (Yo también te quiero brother). Yo ahí tieso y pálido, con la boca semiabierta.

Por Dios, que alguien cierre mi boca y que me cambie de corbata. Por que me pusieron terno el día de mi funeral, si nunca use uno. Mejor hubiera sido mi casaca negra y mi bufanda de colores. Hay gente que nunca pensé que llorarían por mi. Creo que lloran porque tienen miedo que les pase a ellos también.

Mamá. Duerme. Mírame, no estás soñando aunque sueñas. No llores, no sufras, no mueras. El dolor te quema la garganta, te inflama el corazón y te lleva a la sin razón. Mamá no sufras, déjame ir y no regresar. Te quise tanto que alumbraría tus sueños de por vida, pero no podría morir.

Tu. No llores más. Yo se que me amabas, me adorabas, me anhelabas. Yo siempre te amé y fue la última persona en que pensé antes de… De verdad lamento no habértelo dicho (en realidad vuelto a decir). No haber arriesgado. No haberte traído de regreso. Se que te fuiste por amarme demasiado. No sufras más. Yo lo haré por ti. Hice todo lo que quise hacer. Maté a todos los que debí matar. Y a pesar de amar tanto nunca supe amar.

lunes, julio 09, 2007

La fórmula de un encuentro


Era una cueva de vanidad. Oscuro con luces multicolores y música a un volumen grosero. La mesera, delgada y asustada, nos servía la cerveza, ante las ansiosas miradas y algunos besos volados de mis amigos de oportunidad. Era un desfile de baja costura, en donde cada niña que modelaba hacia la pista de baile, era víctima de un comentario mordaz y lascivo de uno de mis compañeros.

Era una de esas noches en las que uno sabe que no pasará nada y que, sin embargo, como un buen cholo terco, uno termina intentado algo. Al notar la algarabía solitaria masculina de mis amigos, opte por pasear por la zona de baile. Un cigarro en una mano y cerveza en la otra, partí armado a la travesía. Tocaban una canción de ‘Chemical Brother’. Yo saltaba con cada ‘punchin punchin’, pero poco después de unos minutos me senté en una esquina y, como siempre, acepté que esto no era para mí.

Pedí convidado varios cigarros, busque algunos encendedores y di muchas disculpas por un furtivo empujón. Esto nunca será para mí. Nunca podré recitar una frase estúpidamente premeditada. No podré mentirle a una mujer y hacerme el interesado de su banal existencia. Tampoco me venderé al mercado de la carne con una actuación humillante de rico papa de discoteca (terno blanco y camisa negra). Nunca seré un Don Juan actualizado o ese Fonsi de chasquidos mágicos o aquel John Travolta de baile iluminado.

Regresé. Me senté con mi jauría de aulladores amigos. “Ey ey”, por aquí. “Ts ts”, por allá. “Bss Bss”, más acá. A mis correligionarios de levante tampoco les iba nada bien. Pero la valentía del licor hacia su efecto y uno de los perros de caza salió al escenario. Dos pasos a la derecha, tres a la izquierda, un tambalear de rumba y la cerveza llegó al escote de una linda dama de turgentes senos de la barra. Yo como siempre un protector del decoro y las buenas costumbres salí al salvataje.

Lo abrace, saque de la escena y le pedí disculpas a la escotada dama. Ella, una linda morocha, odió a mi amigo y de paso a mí. Yo curado en salud, la miré con desdeño y seguí mi camino. Me fui a tomar una cerveza, para pasar el mal trago de este desprecio en versión continuada y sin cortes comerciales.

Una cola de cinco niñas me esperaba en la barra. Yo miraba al piso buscando algo que perdí, cuando un brazo con un tatuaje tribal se cruzo en mi sueño. Lindo tatuaje, le dije sin levantar la mirada. Los dibujos en los cuerpos siempre me traen recuerdos felices. En este caso ese brazo era de un cuerpo y ese cuerpo de una rubia de larga sonrisa.

Ella me preguntó si yo tenía uno, a lo que yo con simpleza le mostré mi antebrazo. Tengo dos ideogramas chinos al lado derecho, con un significado que ahora no viene al cuento. Ella sonrió y tomó un sorbo de su cerveza recién servida. “No te voy a preguntar que significa tu tatuaje, todos te lo deben preguntar”, me dijo.

Yo me olvide de pedir la cerveza, pero me quedé en la barra. Conversamos mucho y tal ves demasiado. Yo toque su brazo y tenia una cicatriz en el codo. Ella me quito la mano y dijo que fue un accidente. Yo sabía que no era un accidente y que era demasiada casualidad. Un choque que dejó una larga cicatriz en el codo, unos clavos incrustados en sus huesos y un brazo dibujado. Quizás estaba buscando lo que había perdido y el destino malsano me estaba jugando una mala pasada.

Siempre dije que nunca podría entablar una relación con una mujer que haya conocido en una discoteca. Pero en mi vida no existen nuncas. Ella amaba de manera desmedida, me abrazaba con fuerza hasta hacerme desaparecer y no se cansaba de mirarme a los ojos. Respiré hondo y profundo por primera vez en esos buenos aires.

Y así como apareció, desapareció. Sin pedir permiso ni avisando con anticipación. Un día sin sentido alguno no contestó más. Nunca más estuvo donde estuvo y mis llamados fueron escuchados pero ignorados. Ahora ella me pregunta si la extraño y yo de muy lejos le grito que sí.

“Si escuchas a un ángel, hablando de mi, nunca lo mires, es de mentira, ella no existe, es imposible”.

martes, julio 03, 2007

Nunca será el último beso

¿Un beso debe significar algo? Aquel encuentro tan cercano que provoca una intimidad instantánea. Ese intercambio de aliento, saliva, angustias, ansias, pasión, virus, temor, deseo, enfermedades, confianza y a veces amor, ¿Debe ser un reflejo de amor o de un simple y descarnado síntoma de excitación?

Nunca el primer beso es el mejor pero siempre el más recordado. La intrincada operación de saber que tu beso será recibido siempre es una angustia, que solo a veces tiene un ensalivado y placido final.

¿Cuánto besos haz dado con amor? ¿Cuántos besos has dado sin alcohol? ¿Cuántos besos rememoras? ¿Qué besos no quieres recordar? ¿Hay personas que besaste y ni siquiera recuerdas su nombre?

Yo estaba en un pasadizo oscuro en una cola de uno para el baño. Miraba con detenimiento la boca de ese ser angustiado del cuadro “El Grito” de Munch, sin darme cuenta quien estaba en la habitación de al lado. Aunque solo fui al baño sabiendo que ella estaba en el cuarto.

Era incapaz de ingresar a su habitación, así que opte por orinar mis miedos. Me moje el cabello, me mire al espejo y ví quien era. Un chico con pocos besos (casi ninguno técnicamente). Nunca iría a su cuarto.

Cuando salí estaba ella también estaba esperando el baño. Yo saque esa encantadora risa forzada que tengo y la intente dejar pasar. Me hice más delgado que nunca y me empine hasta estar en puntas de pies, como una bailarina de ballet, con tal de ni siquiera rozarla. Mi cuerpo entraba en dos centímetros cuadrados, mientras ella intentaba ocupar el máximo espacio posible.

Yo perdí el equilibrio y me apoye en sus hombros. Ella deslizo su mano derecha hasta llegar a mi cintura mientras la otra tomó mi mano en su hombro. Estábamos bailando un vals de un segundo. En ese instante ella me miró a los ojos, soltó una sonrisa e hizo un minimovimiento con la ceja hacia arriba.

Su mano en mi cintura se deslizó de milímetro en milímetro, mientras yo busque su otra extremidad para entrelazar sus dedos. Era una danza mínima, pequeña, casi imperceptible. Ella acercó su rostro como para decirme un secreto y yo incliné mi cabeza para escucharla.

Olía a vainilla y su cabello era tan lacio que mi rostro se deslizó hasta su cuello. La piel de su mejilla era muy suave y su aliento era de cerveza, cigarro y rouge. Mi boca fue de su oreja, a su mejilla, a su boca. Un microsegundo de inmovilidad y luego esperé el primer movimiento. Nunca supe quien beso a quien.

Ese beso lo recuerdo, lo deseo y lo quiero. Casi todos mis besos han sido solo un espasmo de carne contra carne, aunque casi siempre he querido vivir ese instante de amor inconmensurable resumido en una caricia de labios y lengua.

miércoles, junio 27, 2007

No huyas más


Él estaba aferrado al timón y no quería soltarlo. Estaba aferrado a su pesadilla más terrible. Su cabello estaba mojado por ron y su rostro húmedo por sus lágrimas. Una pistola calibre 38 estaba tirada en el asiento del costado y las balas desperdigadas por todos lados. El solo lloraba como un niño. Pedía por su mamá. Sollozaba palabras indescifrables. Yo lo abrace.

Lo acurruque en mi hombro mientras intentaba sacar sus manos del volante. Eran piedra fría y dura y de repente solo arena tibia y fina. Temblaba y tiritaba. Me miraba y no me reconocía. Sus ojos recorría mis ojos y sus manos apretaban las mías. Luego, solo desconsuelo. Sus palabras chocaban en distintas direcciones. Sus dientes retumbaban en su boca.

¡Me querían matar! ¡Me querían matar! Me dispararon en la cabeza. Me rosearon de ron. Decían que iba a ser un suicido. ¡Dios!, me querían matar. Gritaba desconsolado, mientras buscaba refugio en mi corazón. Jugaron a la ruleta rusa, me disparaban una y otra ves y se reían. Y se ríen hasta ahora. Están cerca, aun están cerca. El auto estaba atravesado en medio de la calle. La gente se arremolinaba, las sirenas se alejaban y yo tomé el timón.

Lloró durante días. Lloraba y dormía. Dormía y sollozaba. ¡No quiero morir.¡ ¡No quiero morir¡ grita a veces aún cuando duerme. Yo lo escucho al otro lado del cuarto. Siempre paso mi mano por su pelo blanco. El se queda en silencio. Otras veces corre por la casa y yo lo detengo y abrazo. El huye, siempre huye. Yo solo lo cobijo con mis brazos mientras él llora.

A veces no puede caminar. Sus piernas son gelatina, sus brazos puré. Balbucea mi nombre para que lo recoja. Yo salgo sobresaltado de mi cama siempre. Siempre lo abrazo y lo cargo. Ya nadie te sigue. Ya nadie te mata. Ya nadie te acusa. Yo estoy aquí. Para levantarte, abrazarte y amarte.

El era tan alto que nunca pude verle la nuca. El era tan fuerte que me cargaba con un solo pie. El era tan serio que nunca me contaba un chiste. El era tan héroe que nunca nos contó su vida. El era tan triste que nos hizo felices. El era tan importante que siempre nos olvidaba. El era tan hombre que siempre nos amaba. Ahora yo lloro con él, vivo por él y moriré cuando él se vaya. No te vayas aún. Aún hay espacio en mis brazos.

miércoles, junio 20, 2007

Guía práctica de cómo suicidarse emocionalmente

¿Usted cree que está enamorado? ¿Cuando ella le habla usted observa cómo su cabello se desliza sobre sus hombros o cómo sus labios se despegan lentamente, o cómo sus pestañas siempre dicen que no? Señor tengo que advertirle que está usted obsesionado, fascinado y empecinado por esa mujer.

Tengo que advertirle que los caminos no son fáciles a partir de ahora. Ella ya sabe que usted huele su aroma a vainilla cuando la abraza. Ya se dio cuenta que siempre aprovecha para tocarle levemente la mano cuando le invita un cigarro. Ya se percató que usted nunca ve ninguna película sino que la espía durante las dos horas.

Para esa mujer usted es un amigo seguro, un confidente entrañable, un compañero de celos, un seguro de confianza. Usted es quien siempre la mira a los ojos. Quien la busca en las fiestas. Quien siempre está para contestarle el teléfono. Quien nunca le negará una cita. A quien nunca amará.

En esta parte de este sendero hacia el dolor, usted puede tener una mínima oportunidad de lograr el éxito. Tiene que ser arriesgado y perseverante. Usted debe desaparecer de su messenger. No debe responder ninguna de sus llamadas al celular. No debe ir a saludarla cuando se la encuentra en un bar. No debe buscar más esas coincidencias premeditadas. Y si el destino lo acompaña y la encuentra en medio de una turba de pretendientes, debe levantar una ceja, saludarla y alejarse. Cuente hasta mil, cierre sus ojos, recele a algún santo y espere que ella corra tras usted.

Es todo un riesgo, lo sé. Es la sin razón de alejarse de quien más quiere. Es elegir el camino contrario que lo llevara al destino esperado. Una ruta en círculo, en donde tendrá que caminar de espaldas y en sentido contrario.

Yo le ayudaré a suicidarse ante ella. Ha lanzarse un disparo en la cien y salpicar todo su amor.

Ya no le envié flores, es muy tarde. Ya no le haga un CD con todas las canciones que la recuerdan. Escriba todo lo que sienta por ella. Deje salir esa arteria literaria que lleva dentro y repita la frase “me gustas por” en cada una de las oraciones. Vaya de lo mundano a lo inspirador. No se olvide de los detalles tiernos y también de los dolorosos. Después no se le ocurra mandárselo por mail. Guárdelo en su lap top.

Esperara con paciencia su llamada. Tendrá que ser un francotirador esperando al presidente. Ella necesitará contarle cual es su última conquista. Y usted, como siempre, será los oídos para sus relatos. Una vez que haya sido torturado con su íntima historia, solo mírela y sonría. Luego llévela a su casa. Maneje lento pero seguro. Ponga en el equipo del auto la canción “The Blower’s Daugther” de Damian Rice (de la película Closer). Una buena canción para un mortal momento.

Cuando este a punto de salir de su auto, deténgala. No deje que se vaya. Dígale la famosa frase “tengo algo que decirte”. Ella esperará lo peor. La bendita declaración que siempre quiso evitar. Usted deslice lentamente el arma que guardo al costado del asiento y cuando ella se percate apúntese en la cabeza y dispare. Saque la lap top. Abra aquella verdad escrita con sangre y sinceridad y enséñesela. Ella lo leerá. Le tocará el rostro y dirá. “No se que decir”. Luego dirá que no quiere perder su amistad y huirá tan rápido como el decoro le permite.

Después de eso usted sentirá un alivio interminable. Se acabo, por fin se acabo.

domingo, junio 17, 2007

Sin ánimo de amar

Ya no vuelvo, no regreso, no retorno. No hay media vuelta, no hay salida de emergencia. Solo un túnel sin luz al final. Solo corro sin pensar quien me persigue. Corro sin saber cual es la meta. Corro como un ladrón y no como un corredor.

Es una huida y no una carrera. No hay festejos al lado del camino, pero si muertos al costado del sendero. Sin aliento, sin descanso, sin pensar. Transito hasta desfallecer en una maratón suicida. Esperando que los pulmones revienten, que el aire se acabe, que las piernas se quiebren, que los brazos no se batan. Busco tropezarme aunque siempre salto. Busco caer aunque siempre me levanto.

Mis manos arañadas son el testimonio de mis tropiezos, mis rodillas raspadas las pruebas de mi torpeza. Las cicatrices en mi cabeza el reflejo de mi estupidez.

No tengo compañía. Corro solo por propia decisión. El arrepentimiento me ha llevado a desviar mi rumbo. A veces fue una dolorosa cuesta arriba y otras una hermosa bajada.

Tú fuiste mi camino. Una ruta con destino. Un resplandor en las penumbras. La única parada. El aliento en mi garganta. El último latido en mí usado corazón.

No hay arrepentimientos en mi nuevo camino. Ni dolor en la tristeza, solo resignación.

miércoles, junio 13, 2007

Solamente solo


El silencio me ahoga. No hay más sonido que esa vibración casi imperceptible e impertinente que causa el silencio. Hay una penumbra tan clara que casi puedo ver mis pies. Comienzo a gritar para llenar ese vacío. Empiezo a dar pequeños alaridos para acompañar la oscuridad.

De mi cama al baño hay siete pasos. De mi cama a la cocina son 12 pasos. La ventana siempre deja traslucir la luz de la luna contra la pata derecha de la silla. Y la humedad que se deja traslucir del baño crece dos centímetros por día. La grieta del techo a veces parece un cristo barbado y cuando inclinas la cabeza un elefante con alas.

Estuve solo. De verdad solo. No es que quería estar solo sino es que estuve naturalmente aislado. Estuve en un lugar donde todos eran desconocidos. Donde ningún rostro sonreía. Era la exageración de mi permanente intención de soledad. Caminaba contando mis pasos, enumerando los tamborileos del rock que escuchaba con mi ipod, sacando la cuenta de cuantas rayas no pise en la ruta a mi casa.

A veces no hablaba por días. En realidad sí hablaba. Conversaba conmigo mismo y a veces no me soportaba. Los perros y gatos eran los mediadores de mis discusiones. Los cigarros la apariencia de compañía. Los lentes oscuros el protector de mi timidez.

Ahora estoy en un país de amigos. Levanto la cabeza y alguien me la quiere sacar. Abro mis brazos y recibo abrazos. Suelto una sonrisa y provoco carcajadas. El silencio fue ocupado por el ronquido de mi papa y la oscuridad fue reemplazada por el reflejo del televisor que nunca se apaga.

Tanta compañía y todavía abrazo mi almohada y le susurro a mi pared. Tanto bullicio y aún sigo solo escuchando mi voz. Cuantas sonrisas y todavía sigo llorando. Cuantos besos y aún tengo los labios secos.

domingo, junio 10, 2007

Sin novia

Sabía que nunca lograría tener novia. Era un palillo de dientes. Delgado y largo muy largo. Pálido color madera pulida. Y una nariz puntiaguda y filuda. A mis 15 años había logrado alcanzar el metro ochenta pero lamentablemente mi peso se estancó en los 60 kilos. Huesos, huesos nada más que huesos unidos con muy poca piel.

Sentía que en mi rostro todo era grande menos mi cara. Una frente para jugar frontón. Unas orejas con unos pallares que parecían aretes. Unos dientes delanteros de roedor que decidieron sobresalir sobre mi boca sin labios. Y finalmente, mí ya comentada y aguileña nariz. Deje de ser un gringuito adorable, para ser un torpe blancón.

Siempre andaba a en la búsqueda de una protagonista de mis sueños. Maria José, una delgada y fina niña, fue la elegida. Tímida y de voz débil y aguda era la refinación hecha adolescente. Ella me odiaba. Me tenía repulsión. Cada vez que me acercaba a ella fruncía la nariz como si yo despidiera un hedor a perdedor. Ella sesgaba sus finas cejas ante cada intento mío de acercamiento.

Nunca le hable. Nunca la escuche dirigirme la palabra. Nunca ni siquiera la toque. Durante cuatro años la hice la actriz principal de la película de mi adolescente vida. Siempre soñaba que tras una casualidad inmensa terminábamos estudiando juntos y descubría en mí a ese curioso niño, de dilucidaciones inteligentes y cuestionamientos impertinentes. Tras cuatro años solo logré que me odiara más y más. A los 15 años entendí que nunca tendría novia.

La posibilidad casi cósmica de que me enamorara de una niña y que ella se enamorara de mi era tan difícil como que yo lograra un gol maradoniano en las rudas canchas de cemento de mi colegio. Cómo sería posible que mi obsesión por una chica pudiera ser correspondida con la misma obcecación. Que esta protagonista de mis cursis sueños saliera de la pantalla, me despertara y decidiera que yo fuera el descubridor de su extramundo. El manipulador de sus creaciones. Imposible. Era imposible. Nunca podría encontrar a esa mujer.

No estaba mal ser un solitario. Estudiaría hasta lograr un doctorado. Leería libros para ser un profesor enterado. Iría al cine tanto que lograría ser un director autodidacta. Tomaría tanta cerveza, ron y vodka que sería un barman consumado. Un “Pichulita” Cuellar pero con pene. Un Chinaski con destino. Un David Banner sin alterego furioso. No estaba tan mal ser un lobo solitario.

En los siguientes quince años, besé, tiré, quise, amé, odié, boté, despedí y extrañé a esa protagonista de mis indescifrables poemas. Poemas leídos por miles de fantasmas que habitaban mi habitación. Un cuarto oscuro y sombrío que encontró una ventana. Y después de amar, desear, llorar, lamentar, anhelar y adorar sé que nunca más tendré una novia.

jueves, junio 07, 2007

¿Cuanto sexo has tenido hasta ahora?


3 novias de verdad, otras 2 de mentira, 67 agarres y 20 amantes. Un record nada despreciable para alguien que dio su primer beso a los 18. Tengo 30 años de vida y más de 18 pensando solo en mujeres.

¿Cuantas veces abrace con los ojos cerrados?, ¿Cuántas veces bese con los ojos abiertos? Esa cuenta no la llevo. Pero recuerdo la última vez que quise que solo unos segundos fueran una letanía y que esas eternas horas acostado fueran solo un instante.

Dos momentos: El primero, espiando una tienda en medio de una ciudad nueva. Como un videoclip cursi o una película romántica estaba mirando a través del escaparate. Para ambientar el momento, escuchaba One de U2 en mi Ipod. Un cigarro en la boca, las manos temblorosas en los bolsillos y unos lentes oscuros para ocultar mis miedos. Esto ya lo había vivido viendo Los Años Maravillosos. Ella no era una mujer de cartón piedra.

Otro instante. En la cama de mi solitario cuarto abrazando un cuerpo caliente, ajeno y desconocidamente conocido. No hay palancas para que un agujero negro se abra en la cama y se lleve a mi compañía. No soy un prestidigitador para hacer desaparecer a mi novia del instante. No soy un hijo de puta para inventar una reunión de trabajo a las 5 de la mañana. La televisión pasa un capítulo de Friends y yo no quiero más sexo repetido.

Ella me mira con incredulidad, voltea para asegurarse de lo que ve. Se detiene a pensar un instante y se pierde en lo que le dice un cliente. Levanta sus ojos, sonríe sin mirarme y esquiva todos los obstáculos. Una góndola de ropa, un espejo gigante, una señora y su hija. Yo no termino de sacarme los lentes oscuros para mostrar mis miedos y ella salta sobre mí. La abrace sin abrir los ojos. Ella me entrelazo con sus brazos durante un minuto. No me quería dejar ir. Yo no me quería irme nunca más. Cambio las 2 horas de sexo por ese abrazo de 60 segundos.

lunes, mayo 28, 2007

¿Amar?



El desear y el querer. ¿Qué es lo que ocurre primero? ¿Será que todo lo que deseo luego lo quiero? ¿El querer y desear crean el amor? Soy un ignorante sin respuestas. Ya no intento reconocer pues no se si amo, quiero o deseo. No identifico cuál es una ilusión y cuál una obsesión. No se cuando es una proeza de amor y cuando es un ridículo imperdonable.


La ilusión es el estar enamorado de estar enamorado. Es amar en tiempos de incertidumbre. Una predilección tierna de instantes. Un amor de ciegos a simple vista. Es la fascinación romántica de sensaciones y no de sentimientos.


El desear es la atracción animal y erotizada por fornicar. Es esa masturbación diaria que no te deja en paz. Es la excitación que se desenvuelve de tu cuerpo a su cuerpo. Es un instinto primitivo de anhelarla. Un capricho por ser amado u odiado.


La obsesión es la escena repetida de la película de tu existencia. Cuando una llamada son mil. Cuando apareces y debiste desaparecer. Es el ridículo no reconocido. Es cuando quieres sin saber que quieres. Es obcecación e ilusión enfermiza y placentera.


El amar es… simplemente es. Es cuando uno hace y no hace, cuando dice y no dice. Cuando mira y no mira. Ósea no se que mierda es el amor. Imposible saberlo y describirlo. No soy quien para decirlo. Soy quien se ilusiona, apasiona y obsesiona. Soy el que fuma solo en la calle. Quien abraza a su almohada en las noches. El que siempre llora encerrado.


La tarea del día: Tener sexo con alguien y saber si le hiciste el amor o te la cogiste con ganas…

miércoles, mayo 23, 2007

El “no sé” de una mujer

Estaba en una esquina del patio en medio de una jauría de cachorritos imberbes. Todos querían ver sangre en esa tarde de plomos. Yo era la carroña de estos pequeños chacales sin conciencia. Yo delgado, como comadreja desnutrida, me pare en medio de la ronda de insultos y puyas. Creo que es momento de tener novia. Les dije con total normalidad. Como si fuera solo un mero trámite. Como canjear el carné escolar o recoger la libreta.

Hice un rápido vistazo en busca de mi presa y ubique a aquella niña que nunca me sacaba la mirada de encima. Ojos profundos y verdes y un bronceado permanente que no necesitaba veranos. Ella era “La Gata”. Una niña, más mujer que yo, que había repetido dos años y que me llevaba dos cabezas.

Yo era un renombrado policía escolar (los profesores querían aplicar conmigo la psicología inversa al darme tamaña responsabilidad). Cuidaba la reja que hacia colindar el patio de los chicos con el de las chicas. Estaba en un colegio muy católico mixto que quería a los niños juntos pero no revueltos. Yo era un guachimán del sexo adolescente y de los pocos privilegiados para tener acceso a las niñas. La Gata, una loba en estos menesteres, decidió seducir al celador de esta cárcel escolar. Ósea yo.

Que una chica se interese por mi era suficiente para creer que estaba enamorada. Corrí hacia ella en medio del patio, pase por la reja usando mis influencias policiales y le di un disparo con silenciador. ¿Quieres estar conmigo? (La mejor frase que algún enamorado pudo crear. Sin rodeos, ni romance, sin explicaciones ni redundancias. Sin lugar a titubeos) No sé. Susurró ella. ¿No sé? ¿Qué quiere decir no sé? La respuesta debía ser “sí” o “no”, no “no sé”. ¿Lo vas a pensar?, le dije en medio de mi desesperación. Sí, en dos noches te respondo, dijo ella con total serenidad.

Allí en medio de ese patio multijuegos, donde se practica voley, básquet y fútbol, todo a la vez y en superposición, aprendí lo que es la ambigüedad del amor femenino. Aprendí que un no podía ser sí, y un sí un delirante no. Que la duda era un arma para enamorar y el querer lo que no tienes un profundo deseo de amar. Parado en la media luna del área de penal, entendí que para mis amigos era un héroe y para las niñas un romántico. Solo una gran pelota de básquet en mi rostro hizo desmayar el gran momento de descubrimiento.

“No sé”. Esa frase es la frase de mi vida. Son las palabras que me subyugan cuando quiero amar. La incertidumbre de no tener una repuesta concreta. El deseo de querer algo que está fuera de mi alcance, Un amor frustrado, una pasión sin encuentro. Una masturbación emocional. Una luna de miel en mi mano. Un llanto ahogado en la ducha. La desesperación de no encontrar respuesta en una llamada. No sé, eso es lo único que sé, me dijo ella la última vez.