lunes, abril 28, 2008

El gran secreto del amor (escrito por un ignorante)

Lima es una ciudad de cartón. Con gente acartonada, cuadriculada, parametrada. Si dices que te gusta alguien te preguntan si estás con ella. Si dices que amas alguien te interrogan si es tu novia. Si quieren mirar dan la espalda. Si quieren tocar se alejan. Si quieren saborear ajustan los labios.

Durante años escuché pregonar a muchos amigos acerca de todas las chicas que habían conquistado. Y durante mucho tiempo oí a bastantes amigas predicar sobre los secretos del amor. Tras muchos amores, desengaños, revolcones, agarres y desventuras se que la mitad de la vida de muchos es pura mentira.

Tenía un amigo que contaba que se agarraba tres chicas a la semana y que una mujer estaba a la velocidad de una llamada. Un fin de semana en una carrera de locura por Larcomar, tras su supuesta ex, me di cuenta que él también se enamoraba. Que también lloraba. Que además anhelaba lo que nunca tuvo. Amor sincero. Él la vio pasar y no pudo decirle ni una palabra. Ella miró su celular para no verlo. Él se fue caminando triste por las calles de Miraflores, sabiendo que no debió jugar esa mano. Ella era la chica.

Tuve una amiga que parecía tener todas las respuestas del amor. Siempre sabía como, con quien, cuando y donde levantarse a un chico sin salir herida. Antes que un hombre intentara algo con ella, mi amiga ya estaba poniéndole la mano en la cara y burlándose de su estúpida forma de abordarla. Se comía los hombres como lentejas de chocolates hasta que hubo uno que no pudo pasar. Que amó, odió y volvió a amar. El llegó cuando ella lo botaba y se fue cuando quiso que nunca se vaya. Lloró en mi baño en secreto, aunque yo la escuche al otro lado de la puerta.

Siempre busqué el secreto del amor cada vez que hice el amor. Siempre busqué aquel secreto solo conocido para los conquistadores y las manipuladoras. Siempre escuché con atención las conversaciones de las mujeres y espié los movimientos de los hombres. Vi mil películas románticas para desentrañar la formula del amor. Escuché millones de canciones para identificarme con la ignorancia de otros enamorados.

Ahora sentado frente ella se que soy ágil ante los desdeños femeninos. Sagas ante las preguntas de una mujer. Fuerte ante los embates de una chica maliciosa. Inteligente ante los devaneos intelectuales de una femina. Blindado ante las puñadas de las mujeres. ¿Saben cual es el secreto? Encontrar el amor de tu vida. ¿Cómo lo encuentras? Cayendo, parándote, cayendo. Parándote y cayendo hasta que ella caiga contigo. Se levante contigo. Ame contigo. En ese instante sabrás que lo sabes todo.

Les dejo algo de Quino (haz click en la dibujo), viene bien después de tan optimista post. Perdón por la felicidad pero la tristeza se fue de vacaciones


martes, abril 22, 2008

No era yo, pero que bien que la pasé



Alguna vez viví en un hostel en Buenos Aires. Fue el reto más grande para mi soledad, timidez y miedo escénico. Compartí cuarto con cuatro desconocidos. Hice amistad en otro idioma. Almorcé en una mesa de 20 personas. Me hice pataza de un gringo que nunca más vi. Besé a una gringa que tampoco nunca más vi. Me banqué a un amigo hacer el amor a mi lado. Dormí de día y arrastré de noche.

Yo era otro. No era yo. Era ese. Ese no era yo. ¿Me entienden? Era un nuevo ser nacido de mis contradicciones. Me reté a mi mismo a ser quien nunca fui. Lamente muchos momentos que finalmente sabía que los iba a recordar con satisfacción. Ese era yo. El citadino, vicioso de la televisión y el play, haciendo las veces del aventurero de mil vicios.

En un día cualquiera en el hostel, estaba sentado en la recepción cuando uno de mis cómplices (otro peruano) salió por el balcón y señaló hacia arriba. Un gesto con la mano haciendo las formas de una mujer y un ademán de beso. Había una o más chicas en el comedor de la terraza.

Como ratas subiendo al barco, los tres peruanos vagos (mi tocayo, el guitarrista; Chuky, el bajista y yo que no toco ni el timbre) subimos trepando por las barandas. Colgados de las lámparas. Raudos sedientos de carne nueva.

Eran tres argentinas reconchetas (pitucas para los peruanos) Luciana, Florencia y Mariana. Todas las porteñas se llaman igual. Vestidas de forma increíble combinando lo viejo, lo nuevo y lo que estará de moda. Con peinados deshilachados y ensortijados. De colores negros pero rubios, castaños pero pelirrojos. Lápices de labio rojo como sus ropas interiores y delineadores agresivos como sus miradas lascivas.

Mi tocayo hizo un truco con fuego, Chucky desempolvo se repertorio de malabarismo y yo hice lo único que sabía hacer: hablar. Ellas eran tres porteñas, muy porteñas que habían ido a buscar a Jack. Jack es un austriaco, piloto comercial que siempre andaba con la quijada desencajada y los ojos desorbitados. Jack no se daba cuenta que era víctima de tres profesionales del lanceo. Cuando quiso decir que de Perú le gusto… Sac… sai… hua…mán, nosotros ya estábamos montados en el auto BMW de las lindas chetitas de San Isidro (Casuarinas para los cholos).

Caímos en una discoteca gigante donde solo pasaban rock. Roxy. En una pista de baile rugía Big Bang Baby de Stone Temple Pilot, mientras en la otra susurraba Love Song de The Cure. Por donde veías había una linda chica fashion postulante a modelo vestida como una rolinga (cerquillo, polo de los Stones y zapatillas Converse).

En tanto, los machos cabrios andrógenos de los gauchos estaba con camisas abiertas hasta la cintura, jeans pitillos sobreapretados y peinados mohicanos con rayitos rubios. Eran jaurías desbordadas por el deseo. Salivaban en exceso cuando hablaban con una chica. Arruinaban todos los bailes con sus bruscos movimientos incitando al roce. Balbuceaban obviedades para encontrar una tertulia con una mujer. Querían que todo fuera fácil, barato y simple.
Florencia, la menos mercenaria de las tres, era quien intentaba explicarme como funcionaban las cosas en Buenos Aires. Mira Perú acá no te podés quedar a un lado, sino te ganan tooodas. Tenés que encarar ché, sino se pudre todo. Andá, dale. Ella me sonrió y empezó a ejemplificar. Se colocó en medio del Boliche (discoteca pa los peruchos) como una carnada humana. Pronto un tiburón olió sangre, un toro vio el capote rojo y un león observó la gacela. Todos contra ella. Ella bailó media canción y pronto uno de estos zombis quiso comerle el cerebro. Perdón, besarla.

Ella lo detuvo con un dedo, volteó y me miró con esos lindos ojos azules. Se sonrió en cámara lenta como en una publicidad de Close Up y asentó la cabeza, como para que entienda de que se trataba este juego. Yo llené mis cachetes de aire, levante mis cejas y encogí los hombros.

Pronto sus dos amigas habían sido devoradas por un par de vampiros, mientras mis compañeros de expedición intentaban poner en práctica las lecciones de casería humana. Yo me quedé a un lado observando el movimiento. Cigarrito en una mano, Quilmes (chela) en la otra. Un espectáculo de sexo. Qué más podía pedir. Dale Perú qué hacés acá. No entendiste nada. Dale acércate a esa. Dale, vamos.

Esas palabras me despertaron. Me sacaron del trance. Por qué tenía que acercarme a esa chica. ¿Por qué ella lo decía’¿Tenía que probarle algo?¿Tenía que probarme algo. No gracias, estoy bien. Yo escojo a quien beso.

Jodete. Me jodo. Tengo mi Quilmes, mis cigarros no se acaban y ni que decir de la vista y la música. Ella se fue, regresó, se fue y regresó. Pronto estaba conmigo sentada con una Quilmes y un cigarro. Pronto ella estaba con su cabeza sobre mi hombro y su mano sobre la mía. ¿Así que tú escogés a quién besás?. Ya te diste cuenta.

domingo, abril 13, 2008

Es extraño extrañar

Nunca supe decir: te extraño. Siempre que tuve una novia, enamorada, amiga cariñosa o agarre de turno nunca pude decirle: te extrañé, te extraño, te extrañaba, te extrañaré. Siempre que una de ellas me preguntaba ¿me extrañaste? Nunca supe que responder.

Qué digo

Una vez tuve una novia. Linda, inteligente, sagaz y posesiva. Tras casi año y medio de relación (una eternidad a los 23 años) yo necesitaba respirar. Ella viajó a Cusco por quince días y para mi fueron largos días que se pasaron muy rápido. Estaba esperándola en el aeropuerto ansioso de saber que iba a sentir cuando la viera. Ella corrió, me abrazó y lanzó como una cuchilla esa filosa frase: ¿Me extrañaste? Nooooo, no te extrañé, la pase bomba con mis amigos, no le reporte a nadie mis movimientos al celular, no tenía que tomar una combi durante una hora para ir a tu casa, me emborrache desde jueves hasta domingo y el resto de días jugué play, poker, fútbol y frontón. Que buena vida. Si mi amor te extrañé mucho, le dije.

Qué no digo

Llevaba un mes en Buenos Aires viviendo días de locura desenfrenada en un hostel para gringos. Había dejado a mi novia en Lima bajo la incertidumbre de no saber si éramos enamorados o no. Hasta ahora no sé si lo éramos. En este alberge de turistas dos peruanos que estudiaba música y yo éramos los reyes. Españolas, inglesas, francesas, australianas, era un desfile de chicas de todas las nacionalidades. Los días eran para dormir y las noches para no dejar dormir. Cada tarde, tras levantarme, siempre me conectaba y me encontraba con mi compromiso peruano en el Messenger. Ella siempre me preguntaba ¿Me extrañas? Yo entre música, cerveza y nuevos amigos le decía la verdad: te extraño mucho.

Qué dije

Hace tres años en el traspaso de novia a novia salí con la chica más bonita y apasionado que he conocido. Era mi chica rebote. Esa chica que te ayuda a olvidar y que te hace conocer a tu siguiente novia. Ella era de esas mujeres que le tuercen el cuello a cualquier, y que por alguna razón le gustaba yo. Seguramente era mi falta de interés y mis desapariciones esporádicas lo que le causaba inestabilidad. Y esta inestabilidad incomprensible la que le provocaba la atracción. Este tipo de situaciones pasan solo cuando los planetas se alinean o ves dos estrellas fugases en el cielo limeño. Fue mi momento. Regresa de unas vacaciones en Cusco, en donde conocí a quien sería mi próxima novia, y lo primero que escuche de los lindos labios de la preciosa chica rebote fue: ¿Me extrañaste? yo le respondí: Si te digo que sí, me vas a decir mentiroso y te vas a amargar y si te digo que no, me vas a creer y te vas a amargar. Ella sonrió.

Qué nunca pensé decir

De ella me he despedido muchas veces. Dos veces vi su rostro alejarse en un taxi. Una vez miré su rostro entre un escaparate hasta desaparecer. Dos veces perdí su rostro entre la multitud de un aeropuerto. Y otra vez escuche extinguir su voz por un celular hasta tan solo oír el tono del teléfono. Una vez la reencontré en una tienda y recibí un abrazo profundo. Otra vez me sorprendió por la espalda en medio de un centro comercial. Una vez corrí hacia ella en el aeropuerto y la cargue de la cintura. Otra vez escuche su voz por la ventana y salí para encontrarme con su bello rostro. Todas estas veces sin que ella me preguntara le dije: te extrañe tanto. Todas las veces la abrace con los ojos cerrados. Todas estas veces ella me susurró, como si me dijera un secreto único e increíble, que ella también me extrañaba.

Como ando muy cursi ultimamente dejo esta canción para redondear el post. Luis Miguel con el bolero "Te extraño".



viernes, abril 04, 2008

¿Vivir o morir? He ahí el dilema

Encontré este texto escrito hace como un año atrás. Ahora que lo leo me sorprendo de mi propia tristeza. De mi desolación y desconcierto ante ciertas circunstancias alimentadas por las mujeres. Digamos que este seudo poema de auto confesión no lo escribí sino lo vomite. Escrito sin pensarlo pero sintiendo demasiado.


Debo alejarme de todo aquello que me daña.
Acercarme al fuego para no quemarme.
Lamer el filo para no cortarme

Me seduce el peligro de perderlo todo. De perderte a ti
Me lamento si no te tengo y te odio por no entenderte.

Hoy la miré a los ojos y entendí su tristeza
Hoy espié su alma y no sabe quien soy
No puedo arriesgar mi sangre. No puedo exponer mi piel
No puedo matar por ella. No puedo ganar si no hay final.

No la veo. No la llamo. No la siento. Miro mi vida y vuelvo sin remedio.
No se que es mejor: la miseria o la tristeza.

Opto por lo fácil. Por lo complicado de lo simple
El dolor es el desconsuelo. La llegada al abismo.
No quiero caer. Quiero parar . Mirar arriba y escalar

Ahora empiezo entender como es la vida sin lágrimas.
No eres tu quien me mira.
Eres quien se asusta con tanta verdad.
Quien se espanta con la felicidad.

Negué mi vida y ahora la busco.
El riesgo es cuando no vives ni mueres.
Es cuando debes empezar a vivir o morir
Ya no quiero morir pero tengo miedo vivir.

Les dejo otra escena de "El hijo de la novia"..... gran forma de decir te quiero...