domingo, marzo 16, 2008

Top five: Amores

(Desde Buenos Aires) ¿Cómo sabes que estás amando? Esa es la pregunta que siempre me he hecho. Como diferenciar si es una obsesión, una ilusión, un enamoramiento, un capricho o el tan venido a menos amor. Aquí una lista de momentos que sino son amor es algo que se le parece mucho.

Mirarla cuando duerme
Estas echado al lado de ella. Acabas de sacar tu brazo debajo de su cabeza con mucha delicadeza. Sonríes pues sabes que es imposible que ella duerma en tu pecho durante ocho horas (por más que todas ellas piensen lo contrario). La miras como sonríe con los ojos cerrados. Pasas tu mano por su cabello. Deseas besarla pero no quieres despertarla. La observas dormir por más de 15 minutos. Luego miras al techo y también sonríes.

Emocionarte en un matrimonio
Es el matrimonio de tu amigo. Ves como uno de tus compañeros de desventuras amorosas está a punto de ponerle fin a un lado de su vida. Observas como él mira los ojos a su novia y la besa mientras todos aplauden. Lo admiras por ponerse enfrente de todos sus amigos, familiares y nuevos familiares para agradecer por asistir a su boda en el poto del mundo. Te emocionas cuando el baila con su esposa sin tomar a nadie en cuenta. Lo abrazas y lo felicitas con un poco de envidia. Te vas cuando no termina la fiesta pensando en aquella mujer que extrañas.

Llorar (a pesar de que los hombres no lloran)
Caminas con la música en tus orejas. Una canción te traslada a un recuerdo. Te lleva a ella. Piensas en todo lo que la quieres. Piensas en todo lo que le debes decir antes de que sea tarde. Repasas las frases perfectas. Las palabras que trasmitan todo lo que te lleva quererla tanto. Repites en silencio el dicho. Te paras en medio de un parque y te sientas en la vereda. Sientes que un líquido extraño se acumula en tus ojos. Tratas de evitarlo con tu mano. No sabes que es esa sensación que por primera vez invade tu mente y tu alma.

Abrazarla y no querer soltarla
La vez llegar a lo lejos. Ella te sonríe y acelera el paso. Tú te sacas el ipod de las orejas y levantas tus lentes. La vez más bonita que nunca. Aceleras el paso para tocarla. La atrapas con tus brazos. La abrazas con fuerza para que entre en tu corazón. Ella te besa indeteniblemente. Tú no quieres soltarla. No entiendes que pasa. No la quieres dejar ir. No hay ansiedad, miedo ni temor. No hay mejor momento que ese.


Decirle que la amas
Es una noche de sexo. Estás entremezclado entre las sabanas. Entre gemidos y orgasmos. Desnudos. Ansiosos. Excitados. Tu no piensas si te vienes o te vas. Solo quieres amarla. Te acercas a su oído y susurras. Te amo. La abrazas con fuerza con tus brazos y tus piernas. Ella no quiere soltarte. Ella te responde. Te amo.

Cinco hechos que demuestran que estás amando. Cinco hecho que en mi caso no pasaron con cinco personas distintas sino con una sola mujer.

Acá les dejo el video del matrimonio de mi amigo Capa. Un homenaje a la única persona que conocí que siempre reconoció amar a su novia.

jueves, marzo 06, 2008

No te olvido

Mis parpados se despegan y veo la luz al final de mis ojos. No sé donde estoy acostado. No sé donde estoy viviendo. Sé quien soy, pero no sé quien está detrás de la puerta. Mi brazo está congelado y casi no puedo moverlo. Intento sentarme y un mareo me devanea por toda la cama. Mi lengua está tan dura como una tabla de picar.

Sé como funciona un motor diesel, pero no sé quienes son esos dos chicos de la foto en mi velador. Sé todo sobre la teología de la liberación, pero no sé quien es esa señora del cuadro colgado frente a mi cama. Sé que me llamo Nino, pero no sé como llegué hasta este vetusto e inflado cuerpo. Casi no me puedo mover y menos hablar. Cada movimiento es como un espasmo. De mi garganta solo salen aullidos y no palabras.

Me recuerdo en traje, camisa negra y corbata blanca, con el cabello bien mojado y para atrás y con una barba negra perfectamente recortada. Me recuerdo siempre oliendo a perfume Lancaster y el aliento con aroma a whisky. Siempre con un saludo firme siendo el perfecto anfitrión de presidentes, ministros, congresistas y gerentes. Cómo puedo estar ahora apoltronado en esta fina cama de roble con unas medias rojas, un pantalón de buzo de franela y un polo de rayas manchado con comida. Con este cabello tan blanco y esta barba tan larga. Ni siquiera puedo dar la mano para saludar.

Es como uno de esos sueños del cual no te puedes despertar. Estas consciente de estar inconsciente. Pero esto no es un sueño sino la realidad. Mis dedos gordos del pie se mueven a mis órdenes y mi lengua saca la saliva que se acumula en mi boca. Un grito fuerte, rasposo y desesperado sale de mi garganta.

Una niña toda de blanco, pálida y con chapas entra a mi habitación. Señor Nino, ya se despertó justo para tomar sus pastillas. Se que son 9 tabletas, cada 4 horas. Para la hipertensión, la irrigación, la diabetes, las nauseas, el dolor de cabeza, la acidez y el corazón. ¿Quién es usted, mi hija, mi esposa, mi sobrina, mi nieta, mi prima, mi secretaria?

Soy Valeria. No te conozco, no los conozco. Soy su enfermera, ellos son sus hijos y ella su esposa. Yo soy Nino, administrador de empresas, master en Relaciones Públicas y gerente de varias empresas. Usted es el señor Roberto, Nino para sus amigos y está casado con dos hijos y una nieta.

¿Esto es un manicomio, un hospital o un asilo? Esta es su casa y yo soy su enfermera. Mire, el de la foto es Santiago su hijo. ¿Es un niño? No, él ya es grande, es periodista y trabaja en El Mercurio. Yo lo recuerdo. Rubio, blanco como chantillí, sentado en mis piernas manejando el auto, moviendo su cabeza hacia un lado, como mirando por el espejo retrovisor. ¿Cuándo creció tanto?

Llámelo señor Roberto, llámelo. Recuerdo que su número de celular es el 1558569364 ¿Cómo se llama?, Santiago, él es el menor, el mayor se llama Andrés. Claro Andrés, recuerdo también su número, es el 1561901567.

¡Hola hijo¡ ¿Aló Papá cómo estás, qué haciendo? Parece que él me conoce. No se sorprende, parece que siempre lo llamo. Tiene la voz firme, de adulto, seguro de si mismo. Hijo no me acuerdo de tí, no sé quien eres. ¿Cómo que no te acuerdas de mi, y cómo me estás llamando? Se le escucha alegre, como si se divirtiera conmigo. Una señorita acá a mi lado marcó tu número, ¿Dime hijo fui un buen padre? Claro papi, cómo va ser, claro que sí. Hijo perdóname, pero no me acuerdo de ti.

Cuelgo y cierro mis ojos con fuerza. Quiero dormir. Ruego que cuando despierte nuevamente recuerde quienes son estas personas.


Hay una escena en la película "El Hijo de la Novia", en donde el personaje de Ricardo Darín está con su mamá en la banca de un asilo. Él le dice que siempre quiso ser un buen hijo y se pone a llorar. Ella en medio de su enfermedad (Alzheimer) le alcanza a decir: "Yo te cuido, yo te quiero". Inevitablemente esa escena siempre me anuda la garganta. No encontré ese fragmento en Youtube, a cambio el trailer por si alguien no sabe de qué película hablo.