martes, octubre 16, 2007

La perdición de las mujeres hermosas

La belleza de una mujer a veces no te permite ver más allá de sus deliciosos labios, sus maliciosos ojos, su oscuro cabello o su increíble e indomable cintura. Esa sonrisa fresca, salada y sabrosa, no te deja dar cuenta lo hiriente, irritante y malsana, que puede ser ella cuando abre la boca.

Sus verdes y profundos ojos, que te debilitan cuando tan solo pestañea, no te permiten ver lo poco observadora e inteligente que puede ser. Ella solo mira para matar y observa para olvidar.

Su negro y largo cabello, que va desde su cabeza hasta más allá de las rodillas, que te atrapan, que te espanta y que te arranca de tu ser, no es más que una distracción para su poca reflexión. Su nula abstracción y su irresoluta introspección. No hay más en ella. Solo lo que ves.

La belleza de una mujer no te deja dar cuenta de lo que realmente puede ser ella. Miras sus senos, su cintura, su culo, Te obnubilas con su empalagosa risa y te ciegas con su arriesgada mirada. No sabes que quiere, que piensa, que anhela.

Siempre la esperas ver pasar, para recorrer su perfecto rostro de piel pulida, sus turgentes pechos y su perfecto caminar de beldad. La esperas verse ir para espiar su respingado trasero y sus interminables piernas.

No reconoces su tristeza por el amor perdida, ni su desesperación por la indolencia del consumismo. No te das cuenta de su compasión por el dolor ajeno, ni su pasión por las causas perdidas.

No ves más allá de su mascara y disfraz. Turbadoras estúpidas y belleza escondida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tal vez por eso sea tan cierto aquel dicho " la suerte de la fea la bonita la desea"

:(