lunes, julio 09, 2007

La fórmula de un encuentro


Era una cueva de vanidad. Oscuro con luces multicolores y música a un volumen grosero. La mesera, delgada y asustada, nos servía la cerveza, ante las ansiosas miradas y algunos besos volados de mis amigos de oportunidad. Era un desfile de baja costura, en donde cada niña que modelaba hacia la pista de baile, era víctima de un comentario mordaz y lascivo de uno de mis compañeros.

Era una de esas noches en las que uno sabe que no pasará nada y que, sin embargo, como un buen cholo terco, uno termina intentado algo. Al notar la algarabía solitaria masculina de mis amigos, opte por pasear por la zona de baile. Un cigarro en una mano y cerveza en la otra, partí armado a la travesía. Tocaban una canción de ‘Chemical Brother’. Yo saltaba con cada ‘punchin punchin’, pero poco después de unos minutos me senté en una esquina y, como siempre, acepté que esto no era para mí.

Pedí convidado varios cigarros, busque algunos encendedores y di muchas disculpas por un furtivo empujón. Esto nunca será para mí. Nunca podré recitar una frase estúpidamente premeditada. No podré mentirle a una mujer y hacerme el interesado de su banal existencia. Tampoco me venderé al mercado de la carne con una actuación humillante de rico papa de discoteca (terno blanco y camisa negra). Nunca seré un Don Juan actualizado o ese Fonsi de chasquidos mágicos o aquel John Travolta de baile iluminado.

Regresé. Me senté con mi jauría de aulladores amigos. “Ey ey”, por aquí. “Ts ts”, por allá. “Bss Bss”, más acá. A mis correligionarios de levante tampoco les iba nada bien. Pero la valentía del licor hacia su efecto y uno de los perros de caza salió al escenario. Dos pasos a la derecha, tres a la izquierda, un tambalear de rumba y la cerveza llegó al escote de una linda dama de turgentes senos de la barra. Yo como siempre un protector del decoro y las buenas costumbres salí al salvataje.

Lo abrace, saque de la escena y le pedí disculpas a la escotada dama. Ella, una linda morocha, odió a mi amigo y de paso a mí. Yo curado en salud, la miré con desdeño y seguí mi camino. Me fui a tomar una cerveza, para pasar el mal trago de este desprecio en versión continuada y sin cortes comerciales.

Una cola de cinco niñas me esperaba en la barra. Yo miraba al piso buscando algo que perdí, cuando un brazo con un tatuaje tribal se cruzo en mi sueño. Lindo tatuaje, le dije sin levantar la mirada. Los dibujos en los cuerpos siempre me traen recuerdos felices. En este caso ese brazo era de un cuerpo y ese cuerpo de una rubia de larga sonrisa.

Ella me preguntó si yo tenía uno, a lo que yo con simpleza le mostré mi antebrazo. Tengo dos ideogramas chinos al lado derecho, con un significado que ahora no viene al cuento. Ella sonrió y tomó un sorbo de su cerveza recién servida. “No te voy a preguntar que significa tu tatuaje, todos te lo deben preguntar”, me dijo.

Yo me olvide de pedir la cerveza, pero me quedé en la barra. Conversamos mucho y tal ves demasiado. Yo toque su brazo y tenia una cicatriz en el codo. Ella me quito la mano y dijo que fue un accidente. Yo sabía que no era un accidente y que era demasiada casualidad. Un choque que dejó una larga cicatriz en el codo, unos clavos incrustados en sus huesos y un brazo dibujado. Quizás estaba buscando lo que había perdido y el destino malsano me estaba jugando una mala pasada.

Siempre dije que nunca podría entablar una relación con una mujer que haya conocido en una discoteca. Pero en mi vida no existen nuncas. Ella amaba de manera desmedida, me abrazaba con fuerza hasta hacerme desaparecer y no se cansaba de mirarme a los ojos. Respiré hondo y profundo por primera vez en esos buenos aires.

Y así como apareció, desapareció. Sin pedir permiso ni avisando con anticipación. Un día sin sentido alguno no contestó más. Nunca más estuvo donde estuvo y mis llamados fueron escuchados pero ignorados. Ahora ella me pregunta si la extraño y yo de muy lejos le grito que sí.

“Si escuchas a un ángel, hablando de mi, nunca lo mires, es de mentira, ella no existe, es imposible”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

BUENA DIEGOL!...... SOLO DIME NO ENCUENTRO LA FORMULA, TE LA INVENTAS, O EXISTE???

Anónimo dijo...

Bueno, pues dejo un comentario ^^

Descubrí tu blog, curiosamente, gracias a tu artículo, el suicidio emocional... Y vaya, me he leído tu blog entero. Poco aporto en este texto, pero vamos... Que sepas que aquí tienes un fiel lector xD

Saludos! ^^ A la espera de un nuevo artículo...

Diegol dijo...

Cuando menos intento más obtengo y entre más quiero menos tengo. Busco una formula siempre pero todavía no doy con ella.

Anónimo dijo...

Sólo fue cosa de encontrar, no de buscar. Quien encuentra, encuentra, sin más, sin búsquedas que impidan encontrar el tesoro fuera de donde lo queremos encontrar.

Por, ¿por qué no continuar avanzando con la luz del día? Yo tampoco creo mucho en conocer a una pareja en una disco, pero puede que si se le pone un poco de seriedad...